Casey Diaz fue una vez miembro de una pandilla y asesino, que encontraba placer en la violencia y en el caos de su estilo de vida -hasta que tuvo un encuentro con el mensaje de Esperanza de la Biblia, y su vida tuvo un profundo cambio inimaginable.
Diaz, quien comparte su historia de vida en su nuevo libro, ‘El llamado del tirador: el milagroso escape de un pandillero latino de una vida de violencia hacia una Nueva Vida en Cristo.’
El ex pandillero reconoce que todo se volvió difícil cuando junto a su familia se mudaron a Norte América desde El Salvador, cuando él tenía 2 años. Para cuando cumplió 8, el caos se había apoderado de su familia, las drogas y el alcohol entraron en su hogar y su madre sufría grandes abusos de parte de su padre.
«Son las clases de cosas que ningun niño debe vivir,» dijo Diaz respecto a la violencia doméstica.
Además de lo que vivía en el hogar, Diaz enfrentaba la violencia en las calles, que traumaron en gran manera su infancia.
«Era un hermoso día normal y un hombre estacionó su vehículo en la calle, caminó hacia otras tres personas que se encontraban en la vereda… Y disparó a quemarropa,» recordó. «Creces viendo violencia en tu casa, en tu familia y en tu barrio.»
Esto le dio un sentido de ‘poco valor’ a la vida y al hecho de que lastimar a alguien no era gran cosa. Con estos ejemplos trágicos, Diaz se unió a una pandilla a la edad de 11 años -una decisión que lo llevó a un camino de destrucción.
«Ese fue el comienzo de un camino de extrema violencia,» dijo Diaz.
Comenzó apuñalando a un pandillero rival, y con el tiempo, cometió serios crímenes. Diaz era un criminal profesional.
«Empieza a gustarte la violencia, aunque suene enfermo,» recordó.
Durante la adolescencia, Diaz entraba y salía de las cortes y de los reformatorios, hasta que un crimen fatal selló su destino.
«Cuando tenía 16 años, asesiné a alguien y me convertí en fugitivo hasta los 21 años. Me encontró la policía de Los Ángeles, fui capturado y encarcelado.»
Diaz continuó su accionar delictivo dentro de prisión. Pero cuando una iglesia Bautista comenzó a visitar la prisión y una mujer se acercó a su celda, Diaz no sabía que su vida cambiaría para siempre.
«Ella vino y le pidió a los guardias acercarse a mi celda. Ella dijo ‘Voy a orar por ti y Jesús te usará para su Amor.'»
Él pensó, «Esta mujer está loca», pero durante el año siguió visitandome.
«Tuve un momento en que Cristo se hizo muy real en mi celda, » dijo Diaz. «Sabía que había pecado ante Dios. Ese fue un punto de quiebre en mi vida.»
Diaz aceptó la fe cristiana y eventualmente dejó la prisión. Hoy, está casado, tiene tres hijos y es Pastor en una iglesia en Burbank, California.
«Esto es lo que hace Cristo en las vidas,» dice cuando comparte del poder transformador de Dios.