Esta mañana me levanté muy inquieto con una Palabra del Señor para nuestras vidas, familias y nación:
“Yo, el Señor, seré su Dios, y mi siervo David será su príncipe. Yo, el Señor, lo he dicho. Haré con mis ovejas un pacto de paz. Pondré mi bendición en ellas y haré que llueva cuando deba llover, y esa lluvia será de bendición. La tierra y los árboles del campo darán su fruto, y mis ovejas vivirán seguras sobre su tierra. Cuando yo rompa las coyundas de su yugo, y las libre de las manos de sus opresores, sabrán que yo soy el Señor. Mis ovejas no volverán a ser el botín de guerra de las naciones, sino que vivirán tranquilas y sin que nadie las espante. Su país será famoso por su fertilidad, y no volverán a sufrir de hambre en su tierra, ni las naciones volverán a avergonzarlas.
Ezequiel 34:24-29 RVC
En todo el Antiguo testamento encontramos permanentemente expresiones de bendición por parte de los israelitas sobre su nación y ciudad. Generalmente nosotros solo lo aplicamos “literalmente” para Israel y Jerusalén. Y en lugar de bendecir, maldecimos (hablamos mal) a nuestro país, y sus gobernantes.
Parafraseando este pasaje de Ezequiel digo: “Argentina, volverás a ser famosa por la fertilidad y no habrá hambre en tu tierra, no volverás a ser avergonzada por la crisis, la deuda externa, y la corrupción.”
Esta transformación solo es posible si entramos en un “pacto” con Dios, tal como refiere también el pasaje de Ezequiel.
Tenemos que pasar de una Iglesia centrada en las reuniones en el templo y en pocos ministros “de púlpito”, a una Ekklesia más parecida al Nuevo Testamento con estas características:
1) Cada familia, una Ekklesia. No estoy hablando de “reuniones” en las casas. Esto es estrategia de cada Iglesia y pastor. Simplemente que cada persona y familia apliquen en la práctica aquello que siempre pregonamos: que la iglesia no es el edificio sino las personas. “Soy Ekklesia”.
2) Cada creyente es un ministro “en el mercado”; su “púlpito” está en su casa, en su barrio, en su universidad, en su oficina, haciendo los mandados; estemos donde estemos, somos ministros con influencia. Hay que pasar de iglesias que solo funcionan 1 día a la semana en el templo, a Ekklesias que operan en el mercado las 24/7.
3) creyentes que aplican como “estilo de vida” lo que Jesús mandó a hacer a los 70 en Lucas 10: primeramente “bendecir”; luego hacer contacto con los “lobos”, compartiendo con ellos; para “sanarlos”, ministrando a todas sus necesidades; y finalmente decirles que el reino de Jesús llegó a sus vidas.
4) personas que creen que pueden transformar toda la nación, haciendo caer a satanás en cada ciudad como sucedió en Lucas 10.
¡Bendita Argentina! Serás famosa por el favor de Dios en tu tierra, provocada por la acción de la Ekklesia en el poder del Espíritu!