“No te creo, No me convences,” 

Stanislavsky 

Stanislavsky, actor, director y empresario teatral crea un sistema para determinar cómo una persona puede controlar las emociones y la inspiración artística. 

El director afirmaba que el actor, tanto en cine cómo en teatro, debe vivir una acción, no representar una ficción, ni simular vivir o sugerir lo que haría; debe realizar sus acciones como un ser humano lo haría en la vida real. Debe vivirla. Por ello crea un método llamado Memoria Emotiva

La Memoria Emotiva se basa en el recuerdo de una vivencia personal semejante que ayuda a experimentar en el escenario una emoción similar a la del personaje. Se recurre a un engaño para provocar una emoción sincera. Para ello es necesario también el apoyo externo: hay que maquillarse, vestirse, caminar, comportarse, como el personaje. Los actos físicos externos desencadenan la emoción, siguiendo el principio psicológico de que se comienza llorando y se acaba por estar triste.

Por eso se apunta a crear objetos imaginarios, en la vida toda reacción es real y respondemos con todos los sentidos, aun cuando no haya una reacción visible puedo demostrar lo que me pasa. Si la reacción no es notable, sea a través de gestos, actitudes, miradas, etc. no sería válido para el cine porque en el cine la reacción tiene que ser evidente.

Hemos atravesado experiencias en la vida que dejan cicatrices emocionales y a veces físicas. Estas últimas son más difíciles de cerrar y muchas veces no queremos mostrarlas o recordarlas. Pero sea que tú cicatriz sea física o emocional, cada una de ellas nos lleva a recordar un evento, a evocar memorias que no siempre son alegres pero siempre pueden ser una vía para ayudar a otros, para traer esperanza. 

Las cicatrices físicas son más fáciles de mostrar que las internas. Estas otras esconden emociones muy fuertes, muchas veces vinculadas al abandono, al abuso, al atropello, al bullying, al desprecio y tantas otras formas en las que podemos ser heridos. Pero por más que deseemos esconderlas, la realidad detrás de ellas está en nuestra alma y ha dejado una herida profunda que necesitamos que cicatrice si no lo ha hecho adecuadamente. Esto solo puede hacerse a través de la ayuda de Dios con su poder transformador.

Las cicatrices son utilizadas cómo parte de nuestra memoria emotiva. Cómo actores protagónicos de nuestro propio film, debemos saber que este método se utiliza para recordarte donde estuviste y de donde Dios te sacó. De esa manera tus cicatrices tienen igual poder ante quienes te observan. Ven el poder de Dios en tu vida, pueden reconocer sus poder para sanar, para levantar, para transformar. Y de la forma que lo ha hecho contigo, les da esperanza a los demás sabiendo que el proceso que estamos atravesando, pasará y será la evidencia más poderosa de tu película.

 

¡Nunca menosprecies el poder de tus cicatrices! 

Si alguien te dice: “No te creo, No me convences,” . 

Habla de tus cicatrices. 

 Ellas hablan más fuerte y cuentan historias de forma más poderosa que lo que nuestros labios pueden decir. Ellas simplemente dan gloria a Dios.

 

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