Muchos luchan toda una vida para lograr un lugar en el mundo, ya sea de reconocimiento, respeto o notoriedad sobresaliendo del resto de los demás. Algunos llegan a un triste estado de desánimo por haberlo intentado y pasado el tiempo ven que no lograron el objetivo que se habían propuesto.

Otros con más o menos esfuerzo, algo hizo que lo alcanzaran, pero al llegar encontraron que eso no completo las expectativas que se habían imaginado, la ilusión de sentirse plenos al llegar a esa cima los defraudó.

Quizás algunas de estas dos opciones, un poco más o un poco menos lleguen a ser nuestra realidad. Podríamos decir que hicimos todo lo que nos marcaba el libreto, o que nos esforzamos a realizar lo que estaba a nuestro alcance con todas las energías, pero la meta que nos habíamos propuesto lograr, de verdad no llegó a completar esas ilusiones que nos habíamos hecho.

Hoy nos sentimos completamente vacío y sin ánimo a comenzar un año más, o un nuevo proyecto, no nos quedaron fuerzas para correr detrás de otro nuevo ideal.

En la Biblia encontramos una promesa muy adecuada para este momento de transición que podemos estar viviendo, y la vemos en primera de Pedro 5:7 donde dice: “Echando toda vuestra ANSIEDAD sobre El, porque El tiene cuidado de vosotros”.

Muchas veces tenemos que reconocer que hemos diseñado nuestras vidas sin la consulta o participación de Dios, lo hemos visto a El tan lejano que no lo podíamos incluir en ningún proyecto de vida.

Pero en este momento y bajo estas circunstancias podemos analizar que si no tenemos fuerzas para seguir, si no logramos arrancar en la vida, porque todo lo que intentamos fue en vano y no nos queda un resto de fuerzas para volver nuestra mirada a nuestro creador y reconocer que fue un error no darnos cuenta que el debe ser el que tenga cuidado de nosotros y que todas nuestras ansiedades debemos depositarlas sobre sus hombros.

Intentemos este nuevo año que viene vivirlo tomados de su mano, demos vuelta la página de la vida. En la situación que nos encontramos.
Con una simple plegaria y en este mismo instante pude ocurrir el cambio de rumbo deseado. Jesucristo está con los brazos abiertos esperando este momento, solo depende de nosotros la determinación, de volver a intentar por nuestra cuenta o vivir un año, transitandolo tomados de su mano.
De todo corazón deseo que muchos tomen la mejor decisión en el 2018.