¿Cómo afrontar la pérdida de un ser amado? ¿Hay esperanzas del reencuentro? ¿Qué hay más allá de esta vida?
Cuando parte un ser amado, los sentimientos que quedan son aquellos de soledad, de tristeza, de confusión, más también de esperanza. Muchos interrogantes vienen a nuestra mente: ¿Qué sucede con los que parten? ¿Termina todo con la muerte? ¿Existe algo que sobrevivirá a este desenlace final? ¿Volveremos a reencontrarnos con nuestros seres amados?
La Palabra de Dios nos da respuestas, y ellas son esperanzadoras ¡Ánimo!
- “No termina todo con la muerte natural”
Eclesiastés nos habla de tener en cuenta “al Creador en los días de la juventud” (Ecl 12, 1), “antes de que regrese el polvo a la tierra de donde vino, y el espíritu regrese a Dios, que lo dio” (Ecl 12, 7).
No venimos a este mundo por azar, nuestro espíritu no se desvanece por los aires, éste mismo vuelve al Creador.
Por otra parte, las Escrituras en Hechos 7:59-60 nos menciona la muerte de Esteban, el primer mártir cristiano. «Mientras lo apedreaban, Esteban oraba así: -Señor Jesús, recibe mi espíritu. Luego cayó de rodillas y gritó con voz fuerte: -Señor, no les tengas en cuenta este pecado”.
- La muerte física es transitoria: ¡Resucitaremos!
La muerte física es dolorosa. Nuestro Señor lloró ante la muerte física de su amigo Lázaro (Jn 11, 35-36), a quien amaba fraternalmente (Jn 11, 36). Pero ante el drama que supone la muerte de un ser querido, Jesús se nos presenta como la resurrección y la vida (Jn 11, 1-44):
«Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y todo el que esté vivo y crea en mí, jamás morirá. ¿Crees esto? (Jn 11, 25-26).»
Por eso no hay lugar para una tristeza sin esperanza:
- Nos volveremos a reunir con nuestros seres queridos
En Cristo, tenemos esperanza de vida después de la muerte. Él es “la resurrección y la vida” (Juan 11:25) y él promete: “porque yo vivo, vosotros también viviréis” (Juan 14, 19). Cristo es nuestra única esperanza para la vida después de la muerte. Y cuando Cristo regrese, él nos dará la inmortalidad. Nunca más viviremos bajo la sombra de la muerte, porque tendremos vida eterna.
Quiero que puedas descubrir la realidad de esta gran esperanza que nos deja Jesús, esta te ayudará a poder enfrentar con valor los momentos más tristes de la vida, y de la misma manera, poder hablar a otras de la esperanza que tenemos en la promesa que nos hizo Jesús en Su palabra.
Tal vez, sólo pasaste a leer este artículo porque una amiga amada tuya te lo envió, ó sólo por curiosidad, pero quiero hacerte esta invitación, si aún no aceptaste a Jesús como tu Señor y Salvador ¿No crees que hoy es un buen día para poder hacerlo? Las Escrituras lo mencionan de esta manera: “Porque con el corazón se cree para justicia, y con la boca se confiesa para salvación” (Romanos 10:10).
Te invito a que realices esta oración junto conmigo: “Señor Jesús, reconozco cuánto te necesito. He vivido mi vida sin sentido, y la idea de la muerte trae confusión a mi vida; más ahora sé que en Ti hay esperanza de vida. Te reconozco como mi único Salvador, como el que derramó hasta la última gota de Su sangre por mí, para perdonar mis pecados y otorgarme sin merecerlo la vida eterna. Señor, te pido perdón por mis pecados, a partir de hoy quiero ser tu hija y que vos seas mi Padre. Anotá mi nombre en el libro de la vida, y ayudame a contar a más personas que en verdad eres real y que este regalo de la Salvación, también puede ser para ellos. Te recibo en mi corazón, desde hoy y hasta nuestro reencuentro. AMÉN”.
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