«Después de esto miré, y allí en el cielo había una puerta abierta. Y la voz que me había hablado antes con sonido como de trompeta me dijo: «Sube acá: voy a mostrarte lo que tiene que suceder después de esto.»»(Apocalipsis 4:1NVI)

Cuando dice «Después de esto…»Significa que antes había pasado algo. Y fue algo importante. Juan venía de una revelación directa de Cristo glorificado, él había caído a sus pies y Jesús le dijo:

«No temas, porque yo soy el Primero y el Último…»(Ap.1:17)

Jesús le estaba diciendo en otras Palabras:

«Juan… tranquilo… (Le puso la mano derecha encima) yo sigo siendo el mismo. El mismo Jesús que caminó con vos tres años, el que viste morir en la Cruz y ahora vivo, tengo las llaves de la muerte así que tranquilo porque te espera una eternidad conmigo.»

Después de tremenda revelación sumada a la del mensaje a las siete iglesias uno puede agarrarse la cabeza y vivir el resto de su vida con ese mensaje. Pero ese no es Juan. Juan escuchó que era el mismo Jesús que antes, recordó que él mismo era el su discípulo amado. Y los amados siempre tienen un plus, un extra porque el amor de Dios es incondicional. Entonces, en vez de quedarse meditando en lo que había visto hizo algo que pocos hacen… «Después de esto miré, y allí en el cielo había una puerta abierta…» Dice que en el cielo había una puerta abierta. Pero antes dice: «Miré» La clave para encontrar las puertas abiertas de Dios a lo que viene por delante es mirar al cielo.

El quedarse satisfechos con lo que tenemos, espiritualmente hablando, y se aplica a todo, no es para Hijos de Dios; no es para los amados del Rey de reyes y señores. Cuando miramos algo estamos trayendo esa imagen que está lejos a nosotros. Cuando Juan miró al cielo estaba trayendo el cielo a él, estaba trayendo la puerta abierta para poder entrar en el cielo. La puerta de lo celestial. ¿Dónde tienes puestos los ojos? Nuestras miradas suelen estar en los lugares importantes, en los sitios que realmente son valederos para nosotros.

«Porque donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón.»(Mateo 6:21 NVI)

Vuelvo a preguntar: ¿Dónde están puestos tus ojos, qué tesoros? ¿Queres traer el cielo hacia vos? Vas a tener que atesorarlo y mirarlo con pasión. Juan antes de entrar al cielo lo trajo a su corazón porque estaba enfocado y mirando hacia arriba.

«…Y la voz que me había hablado antes con sonido como de trompeta me dijo: «Sube acá: voy a mostrarte lo que tiene que suceder después de esto.»»

Inmediatamente después de traer el cielo a su mente por atesorarlo en su corazón, Juan recibió una invitación a entrar en él. Fue invitado a subir al cielo. Primero el cielo baja a la tierra en el corazón del que lo anhela y después él sube al cielo. El cielo baja y el hombre sube en un equilibro perfecto entre lo celestial y lo terrenal para avanzar a lo que sigue. Juan había visto a Jesús en todas sus etapas. Conoció su vida, su muerte, resurrección y experimentó el toque te la mando derecha de Cristo, la puerta al cielo.
Busca a Jesús, mira hacia arriba puede que encuentres mucho más de lo que imaginaste…
Puedo sentir una voz que está llamando… la misma voz que habló la primera vez que dice: «Sube acá y te mostraré…»

Mariano Javier Virnik