Nueva tecnología ha salido que permite una traducción más rápida de la Biblia y que ayuda a compartir el Evangelio a mayor velocidad, donde el aceleramiento viene de la mano de pueblos indígenas trabajando en las traducciones.

Wycliffe Traductores de la Biblia recientemente adaptaron su software, «Para Text», para smartphones, y lanzaron «Para Text Lite», una versión con un parecido a los sistemas de juegos en línea.

Para Text Lite permite la movilidad en países donde la tecnología del estilo de las computadoras portátiles y grandes almacenamientos es difícil acceso y mantenimiento; también ofrece la entrada a una base de datos central para trabajos de traducción colaborativos, y le permite a los misioneros almacenar grandes cantidades de datos, todo a través de acceso a Internet ilimitado.

Doug Hennum, jefe de la oficina de información e innovaciones de Wycliffe, explicó que la nueva tecnología cambia fundamentalmente el rol de los occidentales en tierras extranjeras, a donde llegan para traducir la Biblia. En su lugar, los nativos están comenzando a involucrarse en el proceso cada vez más.

«Esta última es la parte interesante, poder ver este cambio en los últimos años donde, los nacionales, indígenas nativos están deseando hacer el trabajo ellos mismos. Están empezando a plantear la posibilidad de no solo ayudar a los occidentales, sino de hacerlo ellos mismos,» dijo Hennum.

Para Text Lite es una versión de Para Text, pero disponible para teléfonos móviles o tabletas.

Hennum ha viajado a partes de África y Papúa Nueva Guinea donde esta nueva tecnología ya está siendo usada. En un reciente viaje a Serengeti, tuvo la oportunidad de ver a un guerrero Masai en su vestido tradicional, con una lanza en una mano y un smartphone en otra.

«Me sorprendió por completo ver que a cualquier parte donde he viajado -así sea en el medio del Congo, es lo mismo. Todos tienen smartphones. Saben usar este tipo de tecnologías. Ahora, si pones frente a ellos una computadora, es muy probable que no sepan cómo usarla».

«Entonces, cuando les presentamos este tipo de aplicaciones, ellos las manejan enseguida. Y esto impacta directamente en el avance del trabajo de primera línea de la traducción».

Hennum cree que el Espíritu Santo se mueve con mayor libertad haciendo Su Obra, pues los pueblos no alcanzados se muestran más receptivos a la Palabra de Dios cuando ésta fue traducido por su misma gente, que comparte el mismo pensamiento e idioma.

«Es como si todos estuvieran en la misma sintonía», dijo Hennum, recordando sus interacciones con los nativos en áreas remotas donde se comparte desde el corazón.

«Todos están hablando el mismo idioma. Es Dios mismo moviéndose en el mundo a través de los corazones de estas personas».

Hennum y los asociados de Wycliffe ven a la tecnología como una herramienta que puede ser usada para el bien o para el mal, como es el caso de las adicciones y dependencias que las personas en occidente muestran cada día más.

«Estamos tan acostumbrados a ver esto en Reino Unido. Y en Estados Unidos vemos una inundación tecnológica en todo lugar; pero cuando estás en medio de África es muy diferente. Recién se comienza a usar smartphones y esta es su conexión con el mundo exterior».

Pero esta herramienta puede ser usada para el bien, para producir una traducción de la Palabra de Dios de forma eficiente y precisa. «Sabemos del impacto que produce que la Palabra de Dios tiene, y eso me entusiasma».

«Ahora, involucrando a los nativos indígenas que entienden a la perfección el idioma a alcanzar y que trabajan en los inicios de los procesos de traducción… El 80% del trabajo ya está hecho», dijo Hennum.

Wycliffe trabaja con expertos lingüistas después de la primera fase, buscando así una alta calidad y una traducción fiel de las Escrituras. Las nuevas tecnologías cambiaron el trabajo de los misioneros, que antes hacían la primera fase, por un trabajo de mentoreo, ayudando a los nativos.

Cuando uno del propio pueblo a alcanzar trabaja en la traducción, ésta es mejor recibida por la comunidad que cuando un extranjero lo hace.

Wycliffe celebró su traducción n° 1000 en otoño pasado. Poniéndolo en perspectiva, tomó 67 años para completar la traducción n° 500, y para las otras 500 solo 17 años. Y la velocidad con la que se está trabajando se acrecienta cada vez más.

«Tenemos el objetivo de que todas las lenguas que aún no tienen las Escrituras, comiencen los procesos de traducción para el 2025,» aseguró Hennum. «Aunque es un objetivo ambicioso, no es imposible».