Una de las cosas más difíciles para Ramez* y su esposa en este momento es cómo su hija es tratada en la escuela. Ella tiene nueve años y muchos la ven como un kafir, una traidora.

“La tratan de manera diferente, la agreden, pero ella tiene más fe que yo”, expreso Ramez. “Ves lo que sucede y no puedes hacer nada, es difícil ser cristiano”. El afirma que otros niños no quieren jugar con ella y que los pocos amigos que tiene son los niños cristianos que conoce.

Cuando Ramez llegó a la fe en Cristo hace unos quince años, su familia también lo vio como un kafir. «Fue muy vergonzoso para mi padre que su único hijo varón se convirtiera al cristianismo. A mi hermana, también le fue difícil aceptarlo. Qué mujer se casaría teniendo hermano cristiano”, dijo Ramez en una entrevista.

Lo echaron fuera de su casa, era la vergüenza de la familia, hasta sus mejores amigos lo consideraron un traidor cuando aceptó a Jesús. “Me sentí solo, pero en la iglesia me encontré con una nueva familia, llena de amigos, y comencé una nueva vida». También el encontró a su esposa y ahora los dos tiene una hija que padece la misma persecución que ellos, pero con una fe inquebrantable. Juntos luchan cada día para mantener viva su fe, gracias al amor de Cristo.

«Cuando usted acepta a Jesús en este país tiene que pagar el precio. La persecución es el precio de aceptar a Jesús. No digo que la persecución sea buena, pero sí digo que la persecución construye la iglesia. Cuando la persecución viene y se encuentra con la iglesia de Jesús, ayuda a que la iglesia verdadera crezca en cantidad y calidad», afirmó Ramez.