«Si alguien quiere ser mi discípulo, que se niegue a sí mismo, lleve su cruz cada día y me siga» 1

«Por causa de mi nombre todo el mundo os odiará, pero el que se mantenga firme hasta el fin será salvo. Cuando os persigan en una ciudad, huid a otra. Os aseguro que no terminaréis de recorrer las ciudades de Israel antes de que venga el Hijo del hombre» 2

No hace falta que nadie le recuerde a Neeraj que las palabras de la Biblia pueden ser más cortantes que cualquier espada de doble filo. Pueden penetrar hondo en tu alma, sobre todo si has pecado. ¿Y qué pecado puede ser peor que renunciar a Dios delante de cientos de personas? Neeraj no necesita que nadie le recuerde esto. Ya le pesa bastante la carga de culpabilidad y vergüenza. Apenas es capaz de explicar lo que sucedió. Un día estaba hablando de la celebración de la Navidad con otro creyente y al día siguiente se hallaba en un templo hindú donde le «santificaron» con una mezcla de agua y orina y excremento de vaca mientras recitaba los escritos sagrados hindúes y se postraba ante sus ídolos.

Neeraj se convirtió del hinduismo al cristianismo hace dos años. «Empezó la persecución al año siguiente. Los líderes religiosos de nuestra aldea se me acercaron y empezaron a golpearme con las manos y las sandalias. Me instaron a renunciar a mi fe en Cristo, pero me negué. Mi padre también disputó conmigo. Intentó apartarme de mis amigos cristianos para que no tuviera compañerismo. En una ocasión me pegó con un ladrillo. Acudí a la comisaría para presentar una denuncia preliminar, pero la policía me rechazó. No tuve más remedio que dejarlo.»

El 23 de diciembre de 2015 unos radicales hindúes le tendieron una emboscada. «Me reuní con unos amigos para hablar de la celebración de Navidad en nuestra iglesia. Después nos dirigimos los tres amigos en motocicleta a casa.»

Neeraj no llegó a su casa. Al parecer, unos extremistas hindúes les estaban acechando y les apearon a la fuerza de sus motos. «¿Por qué habéis venido aquí? ¿De dónde venís?» demandaron. Desde las 8 de la tarde hasta la medianoche se dedicaron a golpear y patear a los tres, mientras les acusaban a gritos: «¡Estáis obligando a hindúes a convertirse al cristianismo!»

Arrastraron a Neeraj y a sus amigos a la sala comunitaria y ahí les dejaron encerrados durante toda la noche, bajo la vigilancia de algunos de sus atacantes. Les mostraron a los creyentes sus cuchillos y les dijeron: «Si renunciáis a vuestra fe os dejaremos marchar a casa. ¡Adorad a Rama!» Acudió a verles un líder local y les dijo «Abandonad el cristianismo, y podréis volver a vuestras casas.» Se negó Neeraj, diciendo, «No. Cristo es mi Señor y nunca lo abandonaré.»

A primera hora de la mañana, los hindúes llevaron a Neeraj a la comisaría. Le preguntaron: «¿Usas la fuerza para presionar a otros hindúes a convertirse?» La actitud de ellos no era amable. «No, nunca he hecho eso», contestó.

Fuera de la comisaría se congregaron unos doscientos aldeanos que exigían a gritos la muerte de los tres jóvenes. Los policías también endurecieron sus amenazas: «Los desnudaremos y los someteremos a electroshock.»

Neeraj les dijo a sus amigos que jamás traicionaría a Jesús. Pero al final cedieron. Primero uno, luego el otro, y por último Neeraj. Le tiembla la voz al relatarlo: «Tenía tanto miedo que decidí obedecerles.»

Eran las 11 horas del día 24 de diciembre, apenas trece horas antes de que los cristianos de todo el mundo celebraran el nacimiento de Jesús. Neeraj se encontraba de nuevo en la sala comunitaria, frente a los ídolos que tanto detestaba. A sus espaldas estaban los hombres que le instaban a alabar a Rama y a recitar los escritos sagrados hindúes; le untaron de agua mezclada con orina y excremento de vaca. Los extremistas les sacaron fotos a los jóvenes como prueba documental de su «reconversión». Después, soltaron a Neeraj y le permitieron volver con su esposa, Ritu.

Aquella noche no era una «Noche de paz» para ninguno de ellos. Neeraj tenía el corazón roto. Le venían insistentemente al recuerdo y le atormentaban las palabras de Mateo 10:32-33, como si le atacara un murciélago furioso: «A cualquiera que me reconozca delante de los demás, yo también lo reconoceré delante de mi Padre que está en el cielo. Pero a cualquiera que me niegue delante de los demás, yo también lo negaré delante de mi Padre que está en el cielo.» ¿Jesús ciertamente le negaría ante del Padre?

¿Cómo era posible, después de haberle prometido al Señor que le seguiría pasara lo que pasara, que le hubiera traicionado delante de otros? Como Pedro, Neeraj lloró amargamente. Mientras las lágrimas corrían por sus mejillas, Dios le trajo al recuerdo otro versículo.

Porque siete veces podrá caer el justo, pero otras tantas se levantará; los malvados, en cambio, se hundirán en la desgracia. (Proverbios 24:16)

Neeraj se arrepintió y prometió al Señor que jamás volvería a negarle. De repente se acordó de otro versículo de Mateo 10: Cuando os persigan en esta ciudad, huid a otra (versículo 23). Tomó a Ritu y dejaron la aldea esa misma noche.

Fueron a casa de un tío creyente de Ritu, en Odisha, pero sólo se quedaron dos días. «Al poco tiempo de nuestro regreso, vino una joven a vernos. Nunca la había visto antes. Me dijo: ‘Si aún crees en Jesús, debes irte. Te matarán'».

Neeraj no vaciló. Fue a su casa, tomó a su esposa de la mano y echaron a correr lo más rápido que pudieron, adentrándose en el bosque que estaba a unos 500 metros de su casa. De haberse retrasado cinco minutos, ambos habrían muerto. Desde el bosque vieron la llegada de una turba de aldeanos, y escucharon sus gritos: «¿Dónde está? ¿Ha vuelto al cristianismo? ¡Esta vez lo mataremos! ¡Enterrémoslo en su casa!»

Neeraj y Ritu no tenían agua, comida ni una muda de ropa. Recorrieron a pie los 15 kilómetros que les separaban de la casa del tío de Neeraj, donde actualmente se hospedan. «Le pedí que nos acogiera porque no quería volver a negar a Jesús y no puedo volver a mi aldea. De las diez familias cristianas que había en mi aldea, seis se han reconvertido al hinduismo. A veces tengo contacto con ellas y me advierten que no vuelva siendo cristiano, pues me matarían. Intento convencerles para que dejen la aldea y vuelvan a seguir a Cristo, pero se niegan a hacerlo. Dicen que no pueden volver al cristianismo si Dios no los protege de los hindúes.»

Puertas Abiertas ha aportado comida y otros productos necesarios a Neeraj y Ritu, y a algunas de las familias que aún niegan a Jesús. «Nos habéis prometido que nos ayudaréis cuando estemos necesitados. Vuestro apoyo nos ha alentado mucho. Gracias a Puertas Abiertas y a sus colaboradores, hasta tenemos asesoría legal. Sigo orando para que Dios haga posible que algún día podamos volver a la aldea, protegidos por la policía. Seguid orando, por favor, por Ritu y por mí, pero también por los que han rechazado a Jesús. Si Dios nos ayuda, la aldea entera acabará conociendo a Cristo.»

¿Cómo se ora por alguien que ha negado a Jesús?

Durante toda la entrevista, Neeraj se mostró nervioso. Fue transparente en su testimonio, incluso cuando le estaban grabando en vídeo. Estaba tranquilo cuando nos hablaba, pero al mismo tiempo, el timbre de su voz y su cuerpo tenso revelaban que le pesaba mucho la carga de vergüenza y culpabilidad que sentía.

Ritu permanecía a unos metros de su esposo, apoyando la barbilla en una mano, con la mirada perdida. Parecía que escuchaba por primera vez el relato de aquel fatídico día de diciembre. Todavía no estaba preparada para dar su propio testimonio.

Después de la entrevista, continuamos ministrando a los dos. Nos pusimos en pie Neeraj, Ritu, el traductor y otros integrantes de Puertas Abiertas, formando un círculo. Uno sacó una Biblia y le dijo a Neeraj: «Sabes, con Jesús siempre hay una segunda oportunidad. Sé que te sientes humillado, pero ninguno de nosotros te echa la culpa. A menudo, cuando he pecado, repito las palabras de Miqueas 7:8-9: ‘No te alegres de mí, enemiga mía. Aunque caiga, me levantaré, aunque more en tinieblas, el SEÑOR es mi luz. La indignación del SEÑOR soportaré, porque he pecado contra El, hasta que defienda mi causa y establezca mi derecho. El me sacará a la luz y yo veré su justicia.'»

Neeraj le pidió al traductor que le copiara el pasaje en hindi. A continuación, oramos, confesamos nuestros pecados y proclamamos la fidelidad de Jesús. Pedimos perdón, fuerzas, consuelo y gracia, y que el Señor obrara arrepentimiento en las seis familias que le han abandonado.

Más tarde, se marcharon Neeraj y Ritu, sin saber cuál será su futuro, pero sabiendo, esperamos, que no hay ninguna condenación para los que están en Cristo Jesús (Romanos 8:1). Que la Palabra de Dios ahuyente a los murciélagos furiosos.
1 Lucas 9:23

2 Mateo 10:22-23

3 Rama es uno de los dioses hindúes.