Hace dos años yo tenía un tumor en el pecho izquierdo del tamaño de una mandarina. El dolor que me producía era tan grande que me hacía desmayar. Si rozaba mi brazo con algo contundente, me dolía tanto que me desmayaba. Primero me hice atender en un hospital pero luego tuve que acudir a un especialista para hacerme estudios de alta complejidad, porque el tumor estaba del lado del corazón. Los médicos decían que era muy peligroso y que debía operarme. Fui para hacerme los estudios, pero eran tan costosos que no pude hacerlos.
Un día, estando en mi casa, llegó un muchacho que conozco desde que era chico. Al preguntarme cómo estaba me puse a llorar y le conté lo que me pasaba. El me dijo: Jesús te ama. Y yo le contesté: Me venís a hablar de Jesús y yo me estoy muriendo, yo no creo en Dios. Pero antes de irse me dejó un cassette del Evangelista Carlos Annacondia para que escuchara. Se lo acepté, pero pensaba tirarlo en cuanto se fuera porque decía: este es otro mentiroso más. Sin embargo no lo hice, sino que puse el cassette y mientras escuchaba un testimonio que contaba el predicador de un joven que había perdido a toda su familia y se iba a tirar debajo de un tren, me fui al baño. Cuando me estaba desvistiendo para bañarme le dije: Señor, si es verdad que existís y lo que hiciste con este hombre después de cometer tanto pecados, ¿podrás hacerlo conmigo?. Y cuando dije esto sentí algo que me quemaba desde la cabeza hasta los pies, era como un fuego y me caí en el baño.
Ese día no me di cuenta de nada, pero al otro día a la mañana, cuando me estoy cambiando y al tocar mi pecho, no encontré nada, el tumor había desaparecido.
Mi esposo no quería creer que Dios podía hacer la obra por medio de un cassette y me dijo: primero hacete los estudios. Pero yo sabía que el Señor ya había hecho la obra. Se lo conté a mis hermanas, pero nadie me creyó.
Entonces fui al médico contándole lo que me había pasado y me dijo: te vas a tener que hacer otros estudios por quizás es psicológico, vos pensaste que te curaste y el tumor debe estar ahí. Ahora hace ya dos años que estoy sana y no tengo necesidad de tomar medicamentos.
Testimonio de Catalina de Gran Buenos Aires