El domingo muy temprano en la mañana la noticia se expandió entre los discípulos. La tumba estaba vacía. Angeles lo anunciaron allí mismo. Cristo el Señor estaba vivo entre nosotros. La muerte no lo pudo detener, ni la enorme piedra que pusieron en la entrada de su sepulcro.
La profecía se cumplió, CRISTO VIVE, EL SEÑOR RESUCITÓ.
Óiganlo todos, no es vana nuestra fe. Él es la primicia de los vencedores de la muerte. Los que le amamos tenemos esta bendita esperanza y seguridad. Aleluya.