Un violento ataque en tu ciudad puede ser algo perturbador, aún cuando te encuentres a kilómetros del lugar donde sucede. Solo hay que preguntarles a los residentes de París, Bruselas u Orlando. Y qué tendrían para decir quienes experimentan este tipo de cosas más a menudo, como Mosul, Alepo o Yemen.

Las noticias corren rápido. ‘Ha habido un incidente en Westminster’, dijo un amigo ayer por la tarde. Pronto, mi teléfono no dejaba de sonar a causa de los mensajes de familiares chequeando que estuviera a salvo. Yo estaba a 5 millas y me encontraba bien. Pero cuando cuatro autos de policía pasaron velozmente por la cuadra en la que iba caminando, de repente todo parecía más cercano.

Toda la situación parecía tan cercana y a la vez tan distante. Amigos que se reportaban a salvo a través de Facebook. El terror otra vez había alcanzado a Londres, pero yo lo estaba experimentando todo a través del teléfono. Al llegar a casa, mi laptop y la televisión me ayudaron a ponerme al corriente. Los medios me ayudarían a entender el ¿qué? de lo ocurrido. Pero estaba muy lejos de entender el ¿por qué?.

El filósofo Jean Baudrillard escribió acerca de la creciente sensación de experimentar eventos como éste a través de los medios de comunicación. En La Transparencia del Mal, el dijo, ‘En casa, rodeado de información y de pantallas, no estoy en ningún lugar, pero a la vez me siento en todas partes del mundo al mismo tiempo, en medio de un universo de banalidad -la misma banalidad en todos lados.’ En otras palabras, los medios pueden ayudarnos a establecer qué ha pasado, pero mientras nuestras cabezas buscan información, nuestros corazones necesitan algo más.

En estos tiempos de violencia, buscamos afirmación, contacto con los seres queridos -y algo más profundo… Buscamos comunión.

Esto no nos sorprende. Como cristianos, creemos que los seres humanos fuimos creados para relacionarnos. Con la ansiedad a niveles altísimos por un ataque terrorista, no sólo necesitamos saber que quienes amamos están bien. Necesitamos, visceralmente, relacionarnos en ese preciso instante.

Una llamada telefónica, un mensaje de texto, una conversación vía Skype, lo que sea -creamos un microcosmo de nuestras relaciones para desafiar a las circunstancias que nos agobian.

Más allá de expresiones valerosas en las redes sociales, así es como resistimos al terrorismo. Nos relacionamos. Puede ser con la familia que está a kilómetros de distancia, o con amigos más cercanos. Para muchos de nosotros, será nuestra familia de la fe. Incontables iglesias en Londres abrieran casi inmediatamente sus puertas para orar y reflexionar.

En la teología de San Agustín, el mal ni siquiera es un ‘algo’. No tiene atributos, no puede construir nada y sólo puede herir la creativa obra de Dios. No tiene sustancia. El mal que visitó a Westminster ayer no pudo crear nada, solo herir a las personas, las relaciones y familias.

Nuestra respuesta nos definirá. Por medio de reunirnos en comunidades de gente diversa y construyendo, con la ayuda del Espíritu de Dios, una nueva familia, estaremos activamente resistiendo el mal.

Esta tarde, iré a un servicio religioso y de comunión donde no solo experimentaré la presencia de Dios, sino que también compartiré la paz con otros. Estrecharemos nuestras manos unos con otros, mientras nos desearemos mutuamente la paz de Dios.

Greg Boyd es un teólogo cuyo pensamiento ha sido de mucha ayuda en estampado área. Su nuevo libro, La Crucifixión del Dios Guerrero, presenta una mirada a la batalla cósmica entre el bien y el mal.

En su trabajo anterior, Dios en Guerra, Boyd escribe un pasaje que representa nuestro rumbo a seguir en estos días. El dice: «No se supone que aceptemos con piadosa resignación los aspectos malvados de nuestro mundo… Nuestro llamado es a ir más allá -a confrontar la maldad, a proclamar la Obra de la Cruz. Donde sea que esté la destrucción, el odio, la apatía, la injusticia, el dolor o la desesperanza… Estamos compelidos a proclamar frente a los poderes del Mal: ‘Están derrotados’. Como Jesús lo hizo.»

Esto es lo que, cristianos a lo largo de todo Londres deben hacer hoy y los días que vienen por delante, y te invitamos a unirte.