Hemos oído de los horrores del régimen Talibán por mucho tiempo, pero lo vimos se cerca justo el año pasado, cuando nuestro pequeño equipo llegó a Afganistán; más precisamente al mismísimo pueblo de Osama Bin Laden después que las fuerzas americanas se hicieron cargo.

Aún llegar allí fue una odisea -nuestro equipo tuvo que secretamente escabullirse en la parte trasera del auto, usar ropa que cubriera sus pieles blancas cada vez que se acercaban a un niño que deseaban ayudar.

A poco de llegar, las historias de horror siguieron.

Mahwish y Alishbab vivían en un baño público y buscaban comida tirada por restaurantes y panaderías antes de ser rescatadas. (Foto: One by One).

Mahwish de 9 años, y Alishbab de 11 quedaron huérfanas después de la guerra y fueron encontrados viviendo en un baño público. Las niñas fueron los suficientemente inteligentes para entender que si el régimen Talibán las encontraba, había una gran posibilidad de que se las llevaran para matrimonio infantil. Estuvieron huyendo por sus vidas y encontraron seguridad en ese baño público. Sobrevivieron comiendo los restos de comida de los restaurantes y pastelerías.

Después estaba Abiya, que a los cinco años la alcanzó una bomba y fue testigo de la muerte de su padre en manos de un soldado Talibán. Ella también tuvo que huir.

Afortunadamente, estás tres niñas fueron parte de las seis que llevamos a la Casa Segura del Reino en el Norte de Paquistán. Hemos podido ayudar a las niñas, darles educación, ropa y alimentos. La familia cristiana que se encargó de cuidarlas, también les dió un ambiente de amor. No podía ser más diferente a las atrocidades que habían enfrentado anteriormente.

Lamentablemente, estas son solo seis de miles de niños y niñas que quedarán desplazados, huérfanos o traumatizados ahora que el Régimen Talibán se ha vuelto a movilizar. Después de décadas de ayuda militar de parte de América y Reino Unido, Afganistán ahora a quedado indefensa y en medio de un violento grupo extremista que ha todamo el absoluto control.

Imagina el miedo que todo el tiempo está presente, la posibilidad de que tus hijas sean raptadas o abusadas; la idea de que tus hijos sean asesinados justo frente a tus ojos. Suena como película de terror, pero es la realidad de muchos afganos y paquistaníes que viven en el área.

En mis dos visitas a esta parte del mundo, quedé devastado por las historias que escuché. Una pequeña se tres años fue secuestrada y violada en una fábrica, y luego desecharon el cuerpo. Llegamos muy tarde. Otra niña, de nuestro programa de escuela dominical, también había sido abusada. Afortunadamente, sobrevivió y se está recuperando.

Mientras que ciertos líderes gubernamentales parecen haber abandonado a Afganistán, nosotros no podemos hacer lo mismo. El Evangelio nos compele a «ir». No es una opción. «Pobre de mí si no predico el Evangelio», dijo el Apóstol Pablo. Y concuerdo con él. Nuestro equipo de escuela dominical ahora comparte el Evangelio con más de 1.000 niños cada semana.

Todos vemos los reportes de personas que han perdido sus vidas después de subir a las alas de un avión, en su desesperación por dejar Afganistán está semana. Cientos más se han reunido en el aeropuerto para tratar de salir. ¿Pero y qué de aquellos que no saldrán?

Estamos en contacto diario con nuestros compañeros en el Campo, hablando con pastores que trabajan en Afganistán y Paquistán.

Seguimos rescatando niños alrededor del mundo. Estamos haciendo planes  para expandir nuestras Casas de Refugio en Paquistán y salvar más niños. Por favor, ora por los trabajadores en el campo, que Dios les dé sabiduría para hacer su misión. ¿Si no lo hacemos nosotros, entonces quién? ¿Si no es ahora, entonces cuando?