La Autoridad de Antigüedades de Israel (AAI) entregó un reconocimiento a un niño de siete años de edad por descubrir y entregar una reliquia bíblica. El niño Ori Greenhut, junto con su familia y amigos, se encontraba de paseo cerca de la excavación Tel Rehov, en el Valle de Beit She’an, cuando halló una pequeña estatua cubierta de tierra. Su madre, al ver lo que su hijo había encontrado, le explicó de inmediato que era una reliquia muy importante que debía ser entregada a la AAI porque “esta organización se encarga de preservar artefactos en nombre de todas las personas”.

Amijai Mazar, un renombrado arqueólogo, profesor emérito de la Universidad Hebrea y director de las excavaciones de Tel Rehov, identificó este hallazgo como “típico de la cultura cananea”, que data de los siglos 15 al 13 a. C.

«Algunos investigadores creen que la figura representada aquí es la de una mujer de carne y hueso y otros la ven como la diosa de la fertilidad Astarté, conocida a partir de fuentes cananeas y de la Biblia», dijo Mazar. Además, añadió que probablemente la estatua pertenecía a un residente de la ciudad antigua de Rejov y que «es muy probable que el término ‘terafín’ mencionado en la Biblia de hecho se refiera a figuras de este tipo”.

El AAI envió a representantes a darle un certificado de reconocimiento a Ori, entrando a su clase mientras aprendía sobre Génesis 31.

«Fue una ocasión increíble. Los arqueólogos entraron en la clase durante una lección de Torá, justo cuando estábamos aprendiendo acerca de cuando Raquel roba los ídolos de su padre”, dijo su maestro.

«Entró Labán en la tienda de Jacob, en la tienda de Lea, y en la tienda de las dos siervas, y no los halló; y salió de la tienda de Lea, y entró en la tienda de Raquel. Pero tomó Raquel los ídolos y los puso en una albarda de un camello, y se sentó sobre ellos; y buscó Labán en toda la tienda, y no los halló. Y ella dijo a su padre: No se enoje mi señor, porque no me puedo levantar delante de ti; pues estoy con la costumbre de las mujeres. Y él buscó, pero no halló los ídolos». (Génesis 31:33-35)