Un grupo activista cristiano en Reino Unido ha lanzado una campaña de oración, en respuesta a la inminente legislación del gobierno, que apunta a prohibir lo que es llamado ‘terapia de conversión’. Si está prohibición entra en efecto, se podría vetar las oraciones de los párrocos por ejemplo, a personas luchando con la atracción por el mismo sexo o confusión de género.
El Instituto Cristiano ha lanzado la campaña ‘Vamos a Orar’ este 15 de octubre, y se da en el marco de que el gobierno británico intenta prohibir la llamada terapia de conversión, y que aún no define que tipo de terapias o consejería quedarían bajo este título. Algunas iglesias temen que esto convierta a la oración en algo ilegal.
La «terapia de conversión» es un paraguas muy amplio de un término escogido por los activistas LGTB. Este término cubre hechos grotescos e ilegales como ‘violaciones correctivas’ y abusos en las prácticas médicas como el electroshock. Pero los activistas fueron más lejos, según remarca el Instituto Cristiano que propone la iniciativa de oración.
El propósito mayor de la propuesta legislativa del gobierno, según la institución, es que las iglesias y los ministerios ya no continúen evocando la ética sexual de la fe cristiana. Los sermones, la consejería pastoral, y aún la guía parental entran en discusión. «No debería ser ilegal para los Cristianos enseñar acerca de su fe, o poder orar por amigos y familiares», dice el sitio web.
«Nadie niega el hecho de que personas que se identifican con el movimiento LGTB fueron maltratadas en el pasado y aún lo son hoy. Cómo Cristianos, condenamos los abusos de todo tipo. Y le damos la bienvenida al movimiento LGTB y a su gente a nuestras iglesias. Son bienvenidos como cualquier otra persona», dice el comunicado del 15 de octubre.
El instituto remarca que, si el gobierno criminaliza la ética sexual bíblica, estaría violando las obligaciones establecidas en la Convención Europea de Derechos Humanos. La falta de claridad sobre lo que se considera bajo la propuesta, hace suponer que la oración sería incluida en la legislación.
En junio, David Walker, el Obispo Anglicano de Manchester, dijo que aquellos que desafíen la nueva legislación, sufrirán persecución, pero enfatizó que serán quienes lo hagan desde una posición de «poder y coerción».
Desde las raíces de la división entre la teología ortodoxa cristiana y los activistas LGTB, se ha discutido acerca de este hecho. Mientras que las iglesias tradicionales tienen su postura respecto a las inclinaciones sexuales y las acciones, y que estás no definen la identidad de una persona; los activistas LGTB expresan que cualquier «esfuerzo que la persona pueda hacer para cambiar su orientación sexual, es inútil».
Respondiendo a las declaraciones del Obispo Walker en junio, la activista LGTB Jayne Ozanne dijo que «todo tipo de oración que esté orientada a suprimir la orientación sexual, es inaceptable, aunque sea hecha con bondad».
En marzo pasado, el Primer Ministro Boris Johnson dijo en una carta a la Alianza Evangélica que no desea ver pastores enfrentando penas judiciales.
«Así como el gobierno dejó en claro en 2018, cuando hizo su primer compromiso para terminar con las terapias de conversión, continuaremos dejando que los adultos reciban apoyo pastoral apropiado (incluyendo la oración), en iglesias e instituciones religiosas, mientras transitan su camino en la exploración de su identidad de género», dijo Johnson. Agregó: «Como ustedes, no quiero ver a ningún clérigo o miembro de iglesia enfrentar cargos judiciales por realizar una actividad normal y no coercitiva como la que realiza la Iglesia».
El director del Instituto Cristiano, Colin Hart dijo en un comunicado que los objetivos de aquellos que luchan por la prohibición están cambiando.
«Oraciones en privado, evangelismo, cuidado parental, consejería pastoral, sermones y enseñanzas, etc., son lo que están persiguiendo ahora», dijo Hart, agregando que todo esto forma parte de las actividades diarias de la Iglesia y no debería ser criminalizado.
«Queremos proteger la libertad del Evangelio. Los políticos no deberían permitir a los activistas ir en contra de los cristianos», remarcó.