Los niños son piedras preciosas que debemos alcanzar para Cristo, sin embargo, a veces nos preguntamos si hay ciertas personas que pueden realizar esta importante tarea. ¿Quién cree usted que debe evangelizar a los niños? ¿Todos los creyentes? O, ¿Los que sienten un llamado a este ministerio?
Hay varias respuestas a esta pregunta y todas son correctas según la dirección de Dios y las circunstancias.
Primeramente, creo que es responsabilidad de todo creyente evangelizar a niños según se presente la oportunidad. La evangelización es un mandato para todo cristiano, y no se limita a unos pocos que tengan el don. Todo cristiano tiene contacto con niños de alguna manera, sea en el hogar, la iglesia, o el vecindario.
A todos nos preocupa el bienestar físico y social de los niños y hacemos lo posible por ayudar a los que tienen alguna necesidad en esas áreas. ¿Acaso no debería ser lo mismo en el ámbito espiritual? Cada uno puede como mínimo orar por la salvación de niños. Además todos podemos dar un folleto del evangelio a un niño, o invitarle a una reunión para niños. Cada uno puede testificarle a algún niño que conocemos. ¡No necesitamos dones o habilidades especiales para hacer algo para evangelizar a niños!
En segundo lugar están aquellos que tienen algún puesto de responsabilidad y que tienen oportunidades especiales para evangelizar a niños. Esto incluye a pastores que tienen responsabilidad por toda la comunidad de la iglesia; maestros de escuela dominical y obreros que trabajan voluntariamente con niños, ya sea dentro o fuera de la iglesia; y padres, quienes tienen una responsabilidad muy especial hacia sus propios hijos (Efesios 6:1–4; Colosenses 3:20,21). Todos estos grupos deben estar alertas a oportunidades para compartir el evangelio con los niños que tienen a su cargo. Juan Bunyan, autor de El Progreso del Peregrino y también pastor, escribió: «Desearía estar pescando a niños y niñas». Me pregunto si cada uno de nosotros podría decir lo mismo.
En tercer lugar están aquellos a los que Dios el Espíritu Santo ha llamado a un ministerio a tiempo completo con niños. A estos también les ha impartido el don de maestros para este propósito (Romanos 12:7; 1 Corintios 12:28; Efesios 4:11,12) y, en muchos casos, el don de evangelización (Efesios 4:11). Estas personas tienen una responsabilidad especial de evangelizar a niños, y toda la comunidad de creyentes debe animarlos y apoyarlos en este su ministerio vital.
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