Estar de acuerdo con lo que nuestros hijos nos expresan o sienten.

Es la clave de una buena comunicación, será difícil, pero es muy efectivo.

Lo que debemos evitar es decirles que no lo comprendemos de esta manera tendremos un posible distanciamiento afectivo con ellos.

Debemos escucharles activamente con nuestros cinco sentidos cuando quieran comunicarnos algorespetar su manera de ver el mundo sin ridiculizar en ningún caso la suya y compartir con ellos nuestra manera de percibir o entender lo que ellos nos cuentan. 

Es muy importante que se sientan escuchados, apoyados y sobre todo no atacados para evitar que se aferren a una actitud defensiva que nos aleje de ellos, o mucho peor que no quieran contarnos sus problemas.

Nosotros también hemos sido niños, por lo que no debería resultarnos tan complicado echar una vista atrás y conectar con el niño que hemos sido. Seguramente nos ayude a comprenderles y a acercarnos a ellos.

Los padres tenemos la responsabilidad de actuar como soporte emocional, de darles alas para volar y de hacerles sentir seguros en todo aquello que hacen. Sin embargo, también es nuestra obligación orientarles y guiarles durante su recorrido por esta vida, ya que ellos, por su corta experiencia, no tienen una visión global del mundo.

Gran parte de los problemas que surgen en la familia son ocasionados por la mala comunicación entre padres e hijos

En muy pocas ocasiones les expresamos a nuestros hijos de manera adecuada lo que nos parece más apropiado o conveniente para ellos. 

Optar por fomentar el diálogo con nuestros hijos es la mejor estrategia que podemos seguir para que se sientan apoyados y comprendidos por nosotros.

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Para ellos es importante que les pidamos su opinión acerca de las cosas que van sucediendo en el día a día y que les hagamos partícipes de las decisiones que se toman en casa o con respecto a ellos. 

Dedicar tiempo a nuestros hijos para hablar con ellos e intentar comprender qué sucede en su interior es el mejor regalo que podemos hacerles.

Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, juzgaba como niño; mas cuando ya fui hombre, dejé lo que era de niño.

1 Corintios 13:11

 

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