La fe nos tiene que hacer ver esperanza donde el mundo no ve nada. La desesperanza es fácil encontrarla en los que perdieron el rumbo, pero los que confían en Jehová tendrán nuevas fuerzas, levantarán alas como las águilas.

En muchos casos, al entrar en temores y desánimo personales, se puede caer en un estado de depresión que no nos permite ministrar a los demás «fe», y esto acarrea fracaso en todo lo que podamos emprender por más buena que sea la idea. Porque cuando estamos construyendo algo, es lógico que se nos presenten dificultades. Pero si estamos predispuestos a ver sólo problemas, en la primera dificultad creemos que estamos errando el rumbo y estos sólo son los problemas propios del camino y terminamos abandonando el proyecto.

Los que logran coronar con éxito sus ideas, no es que no tuvieron trabas en el camino, son los que supieron resolver con fe y a pesar de las circunstancias superaron los problemas que se le presentaron.

La Convicción debe estar presente en cada uno de tus desayunos, para enfrentar el día con una expectativa positiva. El derrotado no puede ver el éxito por anticipado y en su crítica sólo encontramos listas de problemas de todo orden.

Mi esposa siempre recuerda la frase «No importa lo que tenemos, sino lo que hacemos con lo que tenemos». La aprendimos en un seminario hace muchos años cuando todavía eramos novios, y  nos sirvió en todo nuestro matrimonio. Pasamos por muchas etapas como familia, con mucho o poco, pero siempre agradecimos lo que teníamos aunque eramos tentados a mirar lo que nos faltaba. No te quedes contabilizando lo que no tenés, desarrolla ideas a partir de lo contás como tu capital y a partir de allí desarrolla estrategias para avanzar.

Con Jesucristo en tu vida y familia contás con el capital mayor a favor, que nada te detenga en seguir avanzando sobre tus proyectos. Lo que te rodea es solo el paisaje que acompañara tu victoria y los problemas que resuelvas será el trabajo que te mantendrá ocupado mientras avanzas a la meta que te dispusiste.