¿Por qué los cristianos son pro-vida?
Dios ha revelado que todos los humanos están hechos a su imagen, dándonos a nosotros una inherente dignidad que debemos respetarla y protegerla. Para los cristianos, el profundo valor de la humanidad se encuentra en qué somos receptores del incomprensible sacrificio de Dios, a través de la muerte de su Hijo en la Cruz.
Jesús es Dios hecho carne, y Él es infinitamente invaluable. Su muerte fue el pago del rescate, comprandonos de la muerte violenta y pecaminosa que heredamos de Adán y Eva, por confiar en la sabiduría humana por sobre la de Dios. Mateo 16:26 revela lo valiosa que son nuestras almas. Si Jesús, que es infinitamente invaluable y dió su vida por nosotros, entonces Él depositó un valor incalculable sobre nuestras vidas.
Entonces, ¿Cómo se traslada el relato del valor incalculable y la intrínseca dignidad que la Palabra de Dios revela para nuestras vidas, a la protección de los embriones que sufren aborto? La Biblia está repleta de Escrituras como la de Isaías 1:16-17, con el deseo de Dios de proteger al oprimido e insiste en que desea que su pueblo refleje Su Conducta. Cómo detalle interesante, la única vez en toda la Escritura que Jesús se mostró enojado con los 12 discípulos fue en Lucas 18: 15-17. Él los encontró discutiendo con los padres por traer a sus hijos para que sean bendecidos. Jesús, enérgicamente reprendió a sus discípulos diciendo: “Dejen a los niños venir a mí”.
¿Por qué? … “porque el Reino de los Cielos les pertenece”.
Jesús, quien siempre se muestra paciente, demostró enojo pues aparentemente, los discípulos debían haberlo sabido bien. Así que, qué es lo que los discípulos ignoraban acerca de los bebés y su ciudadanía en el cielo.
Un bebé no tiene recursos ni poder por si mismo, y no tiene voz ni fuerza legal para protegerse a sí mismo. A menos que alguien tome esa responsabilidad, los bebés morirán. Así mismo, un pecador no tiene derecho legal, no recursos para pararse frente a la santidad de Dios. Es como si Jesús dijera a sus discípulos: “¡Éste bebé es tuyo!” Un pecado ofende a un Dios infinito y requiere una paga.
Debido a que la perfecta justicia de Dios requiere una paga para todo pecado y no tenemos infinitos recursos, a menos que alguien tome nuestra causa, también moriremos en nuestros pecados. Todo el propósito del ministerio de Jesús es tomar nuestra causa. He llegado a conocer la justicia perfecta a través de la misericordia perfecta en la Cruz.
Uno podría decir: “Bueno, entiendo esto. Pero cómo se aplica a los niños y niñas que aún no han nacido. ¿Estaba Jesús hablando de ellos también?”
La claridad de las Escrituras acerca de amar a nuestro prójimo es irrefutable. Santiago 2:8-9 esclarece la definición de amor describiendo lo contrario, no el odio, sino la parcialidad. Debido a que Dios nos ama como a sí mismo, nosotros que estamos hechos a su imagen, estamos llamados a hacer lo mismo por otros.
La parcialidad viola ésta ley real pues una persona juega el papel de Dios, decidiendo quien califica para su favor y quién no.
En Lucas 10, un abogado preguntó a Jesús que necesitaba para alcanzar la vida eterna. Jesús le dijo que él tenía la respuesta ya que era abogado. Así, el hombre respondió correctamente que era con el amor a Dios y a su prójimo. Después de que Jesús le felicitara, el abogado “queriendo justificarse a sí mismo “ y a su falla en amar a su prójimo, preguntó “¿Y quién es mí prójimo” Esta pregunta es una semilla del mal plantada del árbol de injusticia. Una inquietante y similar pregunta fue hecha y respondida por nueve abogados en 1974, preguntando si un bebé no nacido era una persona realmente. Ellos alegaron: “El concepto persona no se aplica a un no nacido” (Roe & Wade). Pero cuál fue la respuesta de Jesús para el abogado. Él respondió con la parábola del Buen Samaritano.
Un hombre caminando por las calles peligrosas de Jericó es asaltado violentamente por bandidos que le golpean y lo dejan casi muerto. El hombre religioso y el de élite se rehusan a ayudarle, pasando de vereda para no toparse con él. Entonces pasa el Buen Samaritano, quien no tiene obligación de ayudar al hombre moribundo, sacrifica su tiempo, sus herramientas, su voz y su dinero para devolverle la vida al pobre hombre. Luego de compartir la parábola, Jesús pregunta al abogado cuál de los viajeros probó ser el prójimo del hombre herido. En Lucas 10:37, la respuesta era obvia, Jesús nos manda, a todos nosotros a hacer lo mismo.
“¿Quién es nuestro prójimo? Aquellos golpeados y dejados cerca de la muerte. Los débiles y vulnerables de nuestra sociedad. Nadie es más vulnerable que una mujer que está sola y que cree que el aborto es su única opción. Nadie es más débil que un bebé no nacido cuya madre cree que puede decidir entre su vida o la de ella.
Los cristianos implícitamente entiende que como pecadores, nosotros fuimos los débiles y vulnerables, y a través del sacrificio de Jesús en la Cruz, fuimos salvados de la muerte de nuestro pecados y de otros. El pecado es violento, y termina en destrucción para cualquiera. La Cruz es la violencia que acaba con todas las violencias. La Cruz es donde Jesús demuestra el invaluable precio de una persona. La Cruz es donde Jesús se vuelve nuestro Buen Samaritano. La Cruz es donde la justicia perfecta se encuentra con la misericordia perfecta. Y la misericordia de la Cruz está abierta a todos. La Cruz es el epicentro del universo que revierte los efectos del pecado y la muerte, a través de la esperanza de la resurrección. La Cruz nos libera del miedo de la muerte, alentandonos a “ir y hacer lo mismo”, devolviendole la vida a los viajeros que van por el camino.
Cómo cristianos, Jesús dice en Lucas 9:23, “Tomen su Cruz y siganme”. Qué puede ésto significar más que amar a nuestro Señor Jesús al sacrificar nuestras vidas y recursos para proteger a otros, aún a los extraños, a las mujeres en vulnerabilidad, a los bebés no nacidos a punto de ser abortados. Así es como los cristianos pueden identificarse con el dilema del no nacido, viendo al aborto como la mayor injusticia en la historia de la humanidad. Si los cristianos son alentados con tan profunda pasión y se involucran en la misión, encomendada por el Señor, el Dios del Universo, hablarán la verdad acerca de lo significa ser humano ante Dios.
Cristo nos dio vida y esperanza en medio del temor, la duda y la muerte. Ahora podemos ir y hacer lo mismo. Hacemos esto no para adquirir vida eterna, sino por ya la hemos obtenido.
Así que, por éstas razones y más, los Cristianos somos pro-vida – ¡Y Pro-vida eterna!