Los doctores estaban perplejos. No había una explicación médica para lo que pasó. ¿Cómo podría un tumor cerebral encogerse sin tratamiento?
Pero ahí estaba: el patinador americano retirado y medallista de oro olímpico Scott Hamilton, de 58 años, descubrió en su último chequeo el mes pasado que el tumor en su cerebro—su tercero en la misma parte de su cuerpo—se había reducido, informó la Revista “People” la semana pasada.
“La naturaleza de los tumores es crecer, y sin tratamiento, no tienen ninguna razón para encogerse”, dijo el medallista de oro olímpico. “Así que fui el que recibió un milagro espectacular, estoy vigilándolo y no hay tratamiento necesario en este momento”.
Hamilton anteriormente venció un cáncer testicular en 1997 y dos tumores benignos similares en su cerebro en 2004 y 2010 antes de que fuera diagnosticado con un tercer tumor pituitario en agosto de 2016.
Hamilton preguntó a sus doctores qué había pasado. Incapaz de proporcionar una explicación médica, el cirujano que lo habría operado respondió con una sola palabra: “Dios”.
Hamilton estaba absoluta pero agradablemente sorprendido al oír lo que sus médicos dijeron. “Los doctores básicamente dijeron ‘lo que sea que estás haciendo, sigue haciéndolo’”, dijo Hamilton.
El año pasado, “Faithwire” informó que Hamilton estaba usando el poder de la oración para ayudarlo a superar su serie de padecimientos.
“Tengo un pasatiempo único de recolectar enfermedades que amenazan la vida”, dijo Hamilton a la Revista “People” en octubre de 2016.
Cuando su esposa Tracie se dio cuenta de su tercer tumor cerebral, Hamilton dijo que lo primero que ella hizo fue agarrar sus dos manos y comenzar a orar.
El ex olímpico dijo que lo que su esposa hizo fue algo que nunca podría olvidar porque su oración fue tan “poderosa” que “cambió todo para mí”.
Él dijo que confía en su fe Cristiana en todo lo que hace y lo que sea que la vida le dé.
“He sido bendecido más allá de mi imaginación más descabellada” dijo él.
Cuando él fue diagnosticado por primera vez con un tumor cerebral en 2010, Hamilton recordó lo que le dijo a su esposa: “Dios no me debe un día, estoy bien. Lo que sea que viene que venga”.
“Las bendiciones siguen llegando porque se lo permitimos ya que las pedimos”, dijo él.