Estuvimos en la Vigilia de Semana Santa en Villa María (Córdoba), en la cual más de 12 mil intercesores estuvimos clamando a Dios y aplicando la Sangre de Jesucristo sobre diferentes áreas de la sociedad. Puedes ver imágenes de ello haciendo clic aquí.
Aplicamos la Sangre de Jesucristo que –como dice Juan 1:29– quita el pecado del mundo para perdón, remisión, restauración y sanidad de nuestra nación, nuestras familias y nuestros matrimonios. No nos conformamos con lo que estamos viviendo, queremos ver un derramamiento como nunca hemos experimentado en nuestro país.
La base que usamos en Colosenses 1:19-20, que dice así: “Porque a Dios le agradó habitar en él con toda su plenitud y, por medio de él, reconciliar consigo todas las cosas, tanto las que están en la tierra como las que están en el cielo, haciendo la paz mediante la sangre que derramó en la cruz”. Yo creo que Dios quiere traer reconciliación a cada área de la sociedad: la religión, la familia, la economía, el gobierno, la educación, el arte y el entretenimiento, los negocios y los medios de comunicación.
El Señor quiere traer de Su gloria e inundar todas las áreas de la sociedad; el poder de Dios quiere seguir operando y transformando, y reconciliando con Cristo todas las cosas: las que están en los Cielos y las que están en la Tierra. Colosenses 1:20 lo dice así: “haciendo la paz mediante la sangre de Su cruz”.
Cuando íbamos a la vigilia, yo estaba manejando el coche y mi señora estaba a mi lado; y un colectivo que también iba a la Vigilia paró y en él reconocimos a algunas personas. Las saludamos y una señora nos mostró que había sufrido una quebradura muy grande y el Señor la había tocado y restaurado. Yo le dije a mi esposa: “Hoy es viernes, viernes santo”, y me imaginé dos mil años atrás y sentí que la sangre de Jesús sigue fresca en esa Cruz. El Señor derramó Su sangre y tengo que entender que eso no fue en vano. Fue para traer paz a mi vida, a mi familia, a mi matrimonio; para traer paz a mi futuro, a mi destino, a mi porvenir; mediante la sangre de Jesucristo todo lo que se apartó de Dios puede ser reconciliado con Él.
Miremos la manera en que lo expresa el autor de la Carta a los Hebreos, quien dice: “Cristo, habiendo ofrecido una vez y para siempre un solo sacrificio por los pecados” (10:12). Algunos piensan: ‘No sé si Dios me va a perdonar esto que hice; mi pecado es tan grande, tan oscuro’. No se lo han confesado a nadie y es como si pusieran en duda el poder y la eficacia de la sangre de Jesucristo; pero Cristo se ofreció y lo hizo “una vez y para siempre”, eso significa que tu pecado no obliga a Jesús a sacrificarse una segunda vez. Un solo sacrificio es suficiente para borrar todos los pecados; es válido para siempre.
Cuando entiendo eso y que la sangre de Jesucristo fue derramada por mí, inmediatamente le hago caso a Juan que dice que “si confesamos nuestros pecados, él (Dios) es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad” (1 Juan 1:9). No importa lo que hayas hecho, no importa lo terrible que haya sido tu pecado, las vidas que afectaste con lo que hiciste, ya que el poder de Dios y la sangre de Jesucristo llegan hasta ahí, donde tú estás.
Una de las canciones favoritas de mi padre dice así: “La sangre que Jesucristo derramó por mí en el Calvario, allí, Su sangre me da fuerza, de día en día, y nunca perderá Su poder. Alcanza al monte más alto y fluye al valle más bajo; Su sangre me da fuerza, de día en día, y nunca, nunca perderá Su poder”. No importa dónde te encuentres o si estás en ese valle de sombra y de muerte, acuérdate de que Jehová es tu buen pastor, y Su vara y Su callado te infundirán aliento.
El me llamó a mí para que te diga en el día de hoy: No está todo perdido; gracias a la sangre de Jesucristo, gracias a ese sacrificio perfecto hecho una vez y para siempre, puedes tener perdón por tus pecados, puedes tener comunión con el Padre, puedes entrar de nuevo en esa relación con Él, confesando tu pecado y pidiéndole que te perdone los pecados, la Palabra te promete que Él es fiel y justo para limpiar tu pecado, para hacerlo constante y diariamente; y limpiarte de toda maldad y de toda iniquidad.
Un solo sacrificio por todos los pecados. Esa Cruz marca la victoria sobre todo enemigo. “Una sola ofrenda, (como dice el versículo 14) hace perfectos para siempre a los santificados”. Santificado significa apartado para Dios. Hoy quiero animarte a que te apartes para Él, que permitas que la Sangre de Jesucristo redima tu vida de todo pecado y de toda maldad.
Que hoy le puedas decir al Señor conmigo: “Yo te pido perdón por todos mis pecados, aun por esos pecados que a nadie confesé. Hoy los presento delante de Ti; te pido que Tu misericordia, Tu amor, Tu perdón y la sangre de Tu Hijo sean aplicados a mi vida. ¡Límpiame y lávame de todo pecado y de toda maldad! Yo creo, Señor, que ese sacrificio de Jesucristo fue hecho por mí y entiendo que en el momento en que Tú me limpias se abre un camino nuevo y vivo hacia Tu presencia. Hoy me acerco a Ti seguro de que me has perdonado y de que me das una nueva oportunidad, y me comprometo a vivir una vida de santidad. En el Nombre de Jesús. Amén”.