Pienso en la parábola de los talentos, que está en Mateo capítulo 25. La palabra “talento” ahí tiene otro significado. En realidad, cada talento representaba cinco mil salarios, o sea más o menos, el sueldo de una persona que trabajó cien años… y sí, más de una persona porque no creo que haya una persona que pueda trabajar tanto.

Dice la Palabra del Señor que, cuando este amo se fue, les dejó “talentos” a tres de sus siervos. A uno, cinco talentos, o sea 500 años de sueldo; a otro, dos talentos, o sea 200 años de sueldo; y a otro, un talento; pero igual, eran 100 años de sueldo lo que le daba para que, de esa fortuna que el señor tenía cada uno de ellos pudiese negociar. Lo interesante que explica Jesús en esta parábola es que a cada uno de estos siervos se le dio el talento conforme a su capacidad.

Hoy quiero desafiarte a que extiendas, agrandes, ensanches, multipliques tu capacidad. Uno puede decir “capacidad” y pensar que es todo lo que entra dentro en un recipiente. Cuando estoy a capacidad completa, es que ya no entra más; pero también uno puede desarrollar una capacidad. Entonces, por un lado, tener esa grandeza de poder abarcar todo lo que se me da; pero, por re otro, yo prepararme, yo especializarme, yo profesionalizarme porque de acuerdo a mi capacidad es que Dios me va a dar lo que Él cree que puedo sobrellevar, avanzar, invertir de Su reino. Por eso es que es muy importante el estudio, espero que tomes cada curso de especialización que haya; si hay horas extras con alguna materia extracurricular, que seas el primero en anotarte. Aun en la empresa, si la empresa ofrece estudio, cursos y demás, que digas: “¡Uy!, qué hermosa oportunidad para aumentar mi capacidad, para prepararme mejor, para ser ese obrero aprobado que no tiene de qué avergonzarse, que usa todos los recursos que están a su alcance”.

A cada uno de ellos se le dio conforme a su capacidad. Y Dios usa a la gente inteligente. Yo creo que, tal vez por lo que dice Pablo, en 1 Corintios 1:16-29 (RVR1960): “No hay muchos sabios y muchos entendidos entre ustedes Pues mirad, hermanos, vuestra vocación, que no sois muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles; sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte; y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es, a fin de que nadie se jacte en su presencia”, lo tomamos como que esa es la norma. ‘Ah, bueno… para que Dios me use, apenas tendría que haber pasado primer grado y con eso ya basta, no sea que mi mente ahogue al Espíritu Santo’; ¡yo creo que ese es un concepto totalmente erróneo! Pablo dice: ‘yo fui entrenado por Gamaliel, fariseo de fariseo, en cuanto a la ley irreprensible’, y cuenta todas sus credenciales, y qué interesante es que él es el que más libros haya escrito del Nuevo Testamento.

También vemos a un médico como Lucas que presenta sus investigaciones, porque dice: ‘habiendo investigado todas las cosas que entre nosotros son ciertísimas, Teófilo, te las voy a contar en orden’, cronológicamente, y establece ese marco, siendo gobernante tal y allá este otro. Y Lucas –solo en dos tratados muy extensos– escribe un tercio del Nuevo Testamento. Dios usa gente con capacidad. Y cuanto mayor sea mi capacidad, más pulido seré como instrumento útil en Sus manos. Mayor será mi influencia, mayor será mi impacto.

Debes prepararte y capacitarte, entiende que tienes que dar cuenta de lo que Dios te dio; y, de hecho, eso lo dice Romanos 14:12: “Así que cada uno de nosotros tendrá que rendir cuentas a Dios de sí mismo”; o 1 Corintios 4:2, “Ahora bien, de los administradores se espera que demuestren ser dignos de confianza”, ser fieles; aun Isaías 1:18-20, “El Señor dice: -Vengan ahora, y pongamos las cosas en claro” (habla de que cada uno de nosotros tendremos que dar cuenta de lo que hemos hecho de nosotros mismos). Y bueno, estos siervos tuvieron que dar cuenta, vino el señor y le pregunta a cada uno qué había hecho con sus talentos. ‘Bueno, tenía cinco, ahora tengo tengo….’, ‘Bien, buen siervo y fiel, sobre poco fuiste fiel, sobre mucho te pondré’. O sea que si soy fiel en lo poco, aunque en realidad esta cantidad no era muy poco, ¡era mucho dinero!, pero si soy fiel en esas cosas, Dios tiene más para darme.

Si eres fiel en tus diezmos, en tus ofrendas, en tus ofrendas de pactos, en ser ese canal de bendición y ayudar al que está necesitado, yo sé que cuando seas fiel en lo poco, Dios te va a preparar para darte mucho más.

Llega el último de los criados –el que enterró el talento– y dice: “Señor, te conocía que eres hombre duro, que siegas donde no sembraste y recoges donde no esparciste; por lo cual tuve miedo, y fui y escondí tu talento en la tierra; aquí tienes lo que es tuyo” (vers 24-25) Dice la Traducción en Lenguaje Actual: “Señor, yo sabía que usted es un hombre muy exigente, que pide hasta lo imposible. Por eso me dio miedo, y escondí el dinero bajo tierra. Aquí le devuelvo exactamente sus mil monedas”. El señor (el propietario) le dice: ‘Lo hubieras puesto en el banco, te hubiese dado intereses. ¡Cómo lo vas a enterrar!’

Veo acá que, por un lado, el concepto que tenía de su señor estaba completamente equivocado. Dios no es un hombre duro, ni un hombre que va a cegar donde no sembró. Dios mismo estableció la ley de la siembra y la cosecha (véalo en Génesis 8:22). Dios es un Dios que recompensa a los que lo buscan diligentemente. Esta persona se quedó paralizada por el temor, no supo tener osadía, no supo tener coraje.

Te desafío a que en este año tengas todos estos elementos que te estoy mencionando: osadía, coraje, fe inquebrantable, y a que te lances en los desafíos que Dios te dé y saques el talento que tienes por ahí escondido. Sé que sabes bien cuáles son los talentos que Dios te ha dado. Que hoy puedas decir: yo desentierro ese talento. A partir de hoy voy a trabajar con lo que me diste, voy a desarrollar las ideas que pusiste en mi corazón, todas esas ideas creativas que recibí de Ti las voy a aplicar y voy a crear un porvenir para mi familia, voy a dejar herencia, voy a armar la empresa, voy a tomar los dones y talentos que me diste; no los voy a enterrar, se van a multiplicar para Tu gloria y para que otros sean bendecidos.

Señor: Acepta hoy mi compromiso, lo hago en el Nombre de Jesús. Amén y amén.