Quiero hacerte un par de preguntas en el día de hoy. Teniendo en cuenta que Dios nos dio la palabra de que ‘prosperaríamos en todo y tendríamos salud así como prospera nuestra alma’, durante este año me he dedicado a enseñar cómo llegar a los caminos del Señor, los cuales son más altos que los nuestros, y a Sus pensamientos –que, obviamente, son superiores a los nuestros. Es decir, cómo conducirnos para poder llegar a ese destino que Dios preparó para cada uno de nosotros. Pienso que si Dios está trayendo bendición a tu vida, cabe la pregunta: ¿Estás siendo tú de bendición en donde Dios te puso?

Cuando Dios le da la promesa a Jacob (Génesis 28) “Jacob te voy a bendecir, te voy a traer en paz a la casa de tu padre, vas a ser de bendición…”; le dice: “…no te dejaré hasta que haya cumplido lo que te prometí”. De ahí nace en el corazón de Jacob hacer un pacto con Dios. Él promete (con mis palabras): ‘Si me acompañas en este viaje, si me das pan para comer, vestido para vestir, si vuelvo en paz a la casa de mi padre, Tú serás mi Dios y de todo lo que des el diezmo apartaré para Ti’.

Luego, llega a encontrarse con un hombre que terminó siendo su suegro, quien resultó terrible. (Yo no sé si de ahí sacan los suegros tan mala fama). Jacob se enamora de una de las hijas; y este –en la noche de bodas, en la oscuridad– le cambia una hija por otra. A la mañana siguiente, Jacob despierta y se da cuenta de lo que había pasado. La explicación fue simple: “Lo que pasa es que la tradición es que siempre se casa la mayor primero, así que bueno… Trabájame siete años por esta y me vas a tener que trabajar siete años más por la otra”. Sin embargo, cuando terminó de trabajar los catorce años, Jacob dijo: “Quiero trabajar por el ganado que he cuidado por todos estos años”. Dios lo bendecía a Jacob de una manera sobrenatural. Le había prometido: “No te dejaré hasta que haya cumplido lo que te prometí”.

Yo creo que Jacob fue de bendición a Labán. De hecho se lo dice: “Desde que yo llegué fíjate de que ninguna de tus ovejas o de tus cabras abortó, ninguna se enfermó; si venía una fiera del campo y la mataba o la hería yo me encargaba y te reponía lo perdido”. Fue una persona responsable en el lugar donde Dios lo había puesto. La pregunta que me gustaría hacerte es: ¿Estás siendo responsable en el lugar en el que Dios te puso? En ese trabajo que es bendición para tu vida, ¿estás siendo fiel al Señor, fiel a la empresa, fiel en tu testimonio? ¿La gente te mira y dice: “Qué empleado ejemplar” o concluye: “Estos cristianos mejor sería no emplearlos porque son una vergüenza. En vez de trabajar están siempre evangelizando, distrayendo al resto del personal…”?

“Bendecir” significa decir bien. No puedes hablar mal de tu jefe si quieres ser de bendición. No puedes criticar al jefe de tu sección o al compañero de trabajo o al sistema que se estableció en la empresa… Dios te llamó para ser de bendición, tienes que hablar bien.

Pablo lo diría de esta manera: Si hay algo puro, si hay algo honesto, si hay algo que es una virtud, si algo digno de alabanza de eso hablad; en realidad, Pablo dice “en esto pensad” ¿no? (Filipenses 4:7-8). Yo quiero desafiarte a que siempre busques lo positivo, lo que es de honra. Que puedas, por más que las situaciones no sean favorables, usar palabras de bendición en el lugar donde Dios te plantó. Que seas un buen mayordomo de los recursos que te dan, del tiempo que te pagan por ir a trabajar, de las herramientas, de los proyectos. Pablo decía: “En nada damos ocasión de tropiezo para que nuestro ministerio no se vituperado”.

Como me gusta cuando se abre un nuevo centro comercial y van a la iglesia a pedirnos a nosotros: “Pastor, usted que tiene gente honesta en su iglesia, ¿nos podría recomendar algunos miembros de su iglesia para que trabajen en este nuevo centro comercial?” Yo creo que ahí habremos logrado ser buenos mayordomos de la gente, de los recursos, de los miembros de la iglesia. Los hemos podido mentorear bien, son ejemplo, son luz a través de sus obras. El mundo ve esa luz y glorifica al Padre que está en los Cielos.

¿Eres íntegro? ¿Vas la milla extra? Cuando la gente te busca, ¿sabe que va a ver un corazón dispuesto, una intención de servir y de ayudar o va a tener que lidiar siempre con tu mal carácter, tus malas reacciones y tus pésimas contestaciones? ¿Reaccionas mal cada vez que te ofenden o cumples lo que el Señor dijo (que tenemos que poner la otra mejilla)? ¿Eres pacificador? Porque Jesús dice: “Bienaventurados los pacificadores porque ellos serán llamados hijos de Dios”. ¿Eres una persona confiable o la gente te mira y dice “no sé si deberíamos decírselo, no sé si deberíamos dárselo porque la otra vez que le dimos algo desapareció”? Creo que Dios nos está llamando a ser ejemplo, a ser diligentes, a dar cuenta de nuestros actos, de nuestros errores; a ser personas confiables, a ir la milla extra, a ser de bendición, a hablar bien de nuestros trabajos, de nuestros compañeros de trabajo y de nuestros jefes.

La segunda pregunta: Si te fueras del trabajo, ¿te irían a buscar?

Cuando Isaac prosperó y fue bendecido y se iba porque había habido unos conflictos entre los criados de Isaac y los miembros del reino. Se fue Isaac. “Ah, bueno, está bien. Si va a haber tantos problemas con estos pozos, me voy”. Pero el rey lo busca y le dice: “No. Quiero que hagamos pacto porque reconocemos que eres bendito de Jehová”. Todos reconocían que la mano de Dios estaba sobre él.

Cuando Potifar vio que la mano de Dios estaba sobre José, lo puso a cargo de todo. Lo mismo ocurrió con el carcelero: cuando vio que la mano del favor de Dios estaba sobre José, lo pone a cargo de la cárcel. José era una persona confiable. Era una persona que prosperaba aun en esclavitud.

Es mi oración que –a medida que la bendición del Señor se desata, se derrama, se manifiesta en tu vida– seas de bendición adonde Dios te puso. Que sea tal la bendición que la gente misma se dé cuenta y te busque. Cuando haya un nuevo proyecto o una nueva sucursal para abrir, una nueva sección en donde poner a alguien como encargado que puedan buscarte y decir: “Eres la única persona que necesito para esto porque sé que eres confiable, porque vas la milla extra, porque eres medido en tus palabras, porque eres una persona de testimonio”. Que la gente pueda buscarte y que puedas seguir siendo luz para la gloria de Dios.

Te bendigo en el día de hoy y realmente me gozo por este privilegio de poder compartir la Palabra de Dios contigo. Hasta la próxima.