El sonido es un imprescindible en nuestras vidas. Gracias al sonido nos comunicamos, transmitimos, reaccionamos e incluso nos sentimos más seguros.
En el arte audiovisual, específicamente en el cine, sabemos que la imagen no lo es todo. Precisamos del sonido para lograr la composición final.
Incluso cuando el cine era mudo, el sonido era imprescindible aunque en ese momento no tuviera una función expresiva y creativa. Con el paso de los años el audio de una película comenzó a cobrar la misma importancia que la imagen y depender prácticamente la una de la otra. Y aunque la banda sonora a veces parece que es la “gran olvidada” de un film, entendemos que sin ella, no podríamos hablar de audiovisuales.
En el cine la banda sonora está compuesta por palabras, música, efectos de sonido, ruidos y silencio. Pero…
¿Qué consigue la banda sonora dentro de la producción audiovisual?
La banda sonora crea ambientes, capta la atención del espectador, crea sensaciones, emociones, estados anímicos, integra planos y completa los mensajes de la imagen.
Quiero que analicemos un detalle que es casi tan importante como el sonido audible. El silencio. La ausencia de ruido o las pausas entre los mismos contribuyen a contextualizar y condicionar algunas situaciones que se presentan, pudiendo significar diferentes emociones o sensaciones, pero siempre con una gran eficacia dramática aportada a la narración.
El silencio en el cine puede y debe ser considerado un recurso sonoro que, en muchas ocasiones, resulta mucho más expresivo que el ruido, la palabra o la música.
“Lo más hermoso es el silencio, aunque no un silencio cualquiera. Para que tenga intensidad, el silencio debe ser preparado cuidadosamente…”
Robert Bresson
El silencio es la producción del efecto de la ausencia de sonido.
¿Cuántos creemos que Dios no escucha nuestros dolores y tristezas? ¿Cuántos creemos que Dios nos ha abandonado? Hablamos que Dios no escucha nuestros clamores o que se encuentra en silencio en nuestra vida. ¿Quién no ha pensado alguna vez que Dios se olvidó de nosotros en el momento que más necesitábamos de Él?
Dejame contarte que los silencios de Dios son los que más debes atesorar. Estamos acostumbrados a oír una banda sonora en nuestra vida. Hay ruidos, música, sonidos de efectos especiales, palabras, diálogos que no siempre se realizan con nuestra boca, sino que muchos de ellos se encuentran en nuestra mente, alma y corazón. Pero olvidas que a veces es necesario conocer esa composición para entender que el silencio es parte de la banda sonora.
¿Sabías que el silencio es un elemento inquietante el cual carga de tensiones y además anticipa algo que va a ocurrir?
El Silencio nos prepara, purifica y limpia de aquellos sonidos que no son parte de la película de nuestra vida. Tené en cuenta que primero debes conocer el sonido del ruido para luego atesorar el sonido del silencio.
Para oír la voz de Dios, debemos acallar los ruidos de nuestra mente, corazón y alma, y solo así podremos entender que Él se encuentra en el silencio.
Sin importar el momento que estés atravesando, aún si Dios no te responde, Él está sumamente interesado en tu vida y en tu madurez espiritual.
Dios solo quiere provocar el efecto de ausencia en nuestra vida, así como lo hace el silencio al sonido, pero es únicamente para que no solo atesoremos esos momentos de diálogo con Él, sino para que también logremos dejar atrás aquellos sonidos que no pertenecen a la película de nuestra vida.
En el silencio es donde Dios prepara nuestro corazón para cada uno de los propósitos que Él tiene para nuestra vida.
Entonces el ángel del Señor regresó, lo tocó y le dijo: «Levántate y come un poco más, de lo contrario, el viaje que tienes por delante será demasiado para ti».
1º Reyes 19:7