Una serie de ataques, en los que al menos 20 personas fueron asesinadas en el Estado de Plateu en Nigeria durante la última semana de Agosto, han terminado de destrozar los esfuerzos de los líderes religiosos y políticos por la paz en la capital.

Tres meses antes, militantes Fulani fuertemente armados, arrasaron 15 aldeas en toda el área del gobierno local de Barkin Ladi, donde predomina el cristianismo, matando a más de 230 personas en un ‘movimiento militar coordinado’, según describió la Fundación Stefanos.

Más de 11,500 personas se vieron forzadas a buscar refugio en 13 locaciones alrededor del estado, mientras un número indeterminado resultó herido

La Violencia de Junio, uno de los episodios más letales de los últimos años, forzó al gobernador del estado, Simón Lalong, a imponer un toque de queda del anochecer al amanecer en las áreas afectadas -Ryyom, Barkin Ladi y el Sur de Jos- en un intento de frenar la violencia.

El presidente Buhari, criticado por su aparente actitud ‘pasiva’ respecto a la violencia Fulani, visitó Jos para anunciar un despliegue sin precedentes de las fuerzas de seguridad en la región.

Sin embargo, World Watch Monitor supo que más aldeas fueron atacadas en los días que siguieron. Y desde entonces, la violencia solo va en aumento.

El 28 de agosto, comunidades como la zona minera de Wereh (Distrito Ropp), Abonong, Ziyat y Belleza (Distrito Foron), Nafan, Sagas, Rawuru y Rambuh (Distrito Fan), y toda Barkin Ladi sufrieron terribles ataques de la milicia Fulani.

Entre la víctimas estaban un pastor y cuatro miembros de su familia. El Rev. Adamu Wurim Gyang, de 50 años, y sus tres hijos fueron quemados vivos de una manera terrible. Su esposa, Jummai, de 45 años, fue asesinada a balazos. Más de 14 personas murieron en ese ataque; 95 casas fueron quemadas y 225 granjas fueron destruidas. Un joven de la zona minera también murió.

Joshua Kim, de 43 años, visitó Abonong el 29 de agosto y contó que los Fulani llegaron a la aldea un martes por la noche y comenzaron a disparar esporádicamente, provocando el pánico entre las personas que corrían despavoridas. Dos jóvenes que huían hacia el hogar del Rev. Gyang para alertarle fueron asesinados por los Fulani, uno a balazos y el otro apuñalado.

Kim también reveló que el Rev. Gyang, quien vivía en las instalaciones de la iglesia, se encerró junto a sus hijos en un cuarto durante el ataque. Jummai Gyang también se encerró en el baño. Pero eventualmente los terroristas atacaron la iglesia. Dispararon contra Jummai e incendiaron el cuarto donde el Pastor y sus hijos estaban escondidos.

El hijo mayor del Pastor, Adamu de 27 años, estudiante de 3er año en la Universidad de Jos sobrevivió. «Estaba en el colegio cuando supe por Facebook del ataque… Llamé a mi padre pero su teléfono estaba apagado. Llamé a mi madre y tampoco respondía.»

Adamu pudo comunicarse con un conocido quien le informó de la suerte que corrieron sus padres y tres hermanos: «No pude dormir esa noche.»

Temprano a la mañana siguiente, Adamu llegó a la aldea, quedó devastado al ver los restos de su madre y lo que quedó de su padre y sus tres hermanos.

«Mi padre siempre fue el sostén de nuestra familia. Ahora, no se como continuará mi vida sin él.»

Rotshak Linus Kamki, quien visitó la aldea horas después del ataque, contó una experiencia terrible. «El martes alrededor de las 8 p.m. recibí una llamada diciéndome que los Fulani habían atacado Abonong. A la mañana siguiente, junto a otras dos personas llegamos a la aldea. Lo primero que vimos fue a personas discutiendo acerca de qué harían con los cuerpos de los muertos que habían hallado.

«Cuando llegamos veían que hacer con los cuerpos, algunos jóvenes vigilaban desde los arbustos en las montañas. Un poco después, los muchachos llegaron corriendo para alertar que los Fulani se acercaban.»

«Antes de que pudiéramos hacer algo, los Fulani comenzaron a disparar. No sabíamos que hacer. Estábamos cara a cara con ellos en un ataque con armas. Nos encontrábamos indefensos.»

Un testigo contó que un grupo de jóvenes, furiosos por lo ocurrido, salieron a las calles en señal de protesta. Las fuerzas de seguridad que arribaron en la tarde dispararon contra los jóvenes, matando a seis e hiriendo a muchos otros.

El Rev. Ezekiel Dochamo, hizo un llamado para pedir ayuda ante esta situación desesperante a la comunidad internacional:

«América, por favor, levántate a nuestro favor. Estamos muriendo… Por favor, ayúdanos a sobrevivir. No tenemos a nadie. Solo Dios en el Cielo está de nuestro lado. Por favor, se los ruego. Naciones Unidas, su silencio solo empeora nuestra realidad… Por favor, les ruego que se levanten por los que no pueden hacerlo…»

«Mujeres mueren cada día. Hombres son asesinados. ¿Qué podemos hacer? Por favor, se los ruego. No hay nadie que pueda ayudarnos.»

El 31 de agosto, los Fulani invadieron la comunidad de Rakung en Barkin Ladi, y destruyeron las granjas que había allí. Además se llevaron animales de los granjeros.

El Rev. Dachollom Chumang Satiri, presidente de la Iglesia Cristo en las Naciones, condenó el asesinato del Pastor Gyang, ‘un inocente hombre de Dios’, quien se enfocaba en predicar la Salvación de las almas.

«El gobierno es el principal responsable de proveer seguridad a su pueblo. No ninguna razón por la cual los granjeros de la zona deban recibir ataque de este tipo. Son un pueblo inocente. Y aún, si existieran motivos, no tenían que atacar al Reverendo, quien dedicó su vida a predicar en contra de la maldad.»

El presidente Buhari se escuda al respecto de la violencia, con el argumento de que existe una lucha de intereses por la tierra y los recursos entre los granjeros cristianos y los Fulani, lo que deriva en estos actos de violencia.

Sin embargo, muchos líderes cristianos en la zona argumentan que el motivo tiene transfondo religioso y los políticos no le dan el tratamiento debido.

*La imagen es referencial