Bajo el lema “Volviendo a la esencia original” el día domingo 14 de agosto del corriente año, fui convocada a participar en un “té de damas” para luego compartir la palabra de Dios, sintiéndome honrada de participar de este ameno encuentro de mujeres. Las mismas, se han movilizado de distintos puntos de la ciudad, siendo el epicentro de reunión la Iglesia Monte Santo, de la ciudad de San Nicolás de los Arroyos, provincia de Buenos Aires.

Agradecida a la Pastora Silvana Reynoso, la anfitriona del lugar, por la invitación y el trabajo incansable que vienen realizando en la obra del Señor, en la edificación y construcción del lugar de reunión (templo) junto a toda la familia de Monte Santo, haciendo una labor de evangelismo constante, trabajando con niños y jóvenes; mujeres y hombres de todas las edades, siendo de impacto con el mensaje de salvación en todo el territorio.

Llegado el momento de la impartición de la palabra, disfrutamos de la comunión y la unidad de la fe, desafiadas a la necesidad de volver a la esencia original.

¿Por qué es tan importante volver al origen? Porque hay una necesidad insustituible en el ser,  que no puede ser completa, si le falta la sustancia de aquello por lo que fue formado. Dios plasmó su arte en nosotras, creándonos a imagen y semejanza suya; y de esta podemos afirmar que portamos de su esencia, de su espíritu soplando vida, siendo nosotras su creación, hechura de sus manos, portadoras de esa gracia sublime. (Genesis 1:26-28)

Las innumerables situaciones que como mujeres nos tocan atravesar, van apagando lentamente ese brillo de la esencia (emanada de Dios) que portamos, llegando a desvanecer el valor que tenemos al ser halladas en él y concebidas por el amor del Padre bueno.

Tal vez, te preguntes, cómo es que ya no reflejas ese brillo que antes emanaba en tu rostro; o la alegría que te generaba permanecer conectada con su presencia, pasando tiempo con tu Hacedor; ó te encuentres condicionada por la culpa del error cometido, que te hizo creer que para él sos un caso perdido, etc.

Este es el momento de volver a la esencia original: venimos de él, vivimos por y para él y de esa manera volveremos a él el día que nos reciba en su presencia; habiendo dejado huellas de esa esencia maravillosa que portamos caminado en su favor y bendición, compartiendo siempre el mensaje de la esperanza para el mundo.

Somos hijas creadas con destino y propósito a imagen y semejanza suya, no podemos menos que, con todo nuestro corazón, ser cada día más como él. Y de qué manera vamos a lograrlo? Siendo uno con él…