Misionero checo, Petr Jasek, compartió el sábado como Dios le libró de las torturas a manos del Estado Islámico, y eventualmente usó su vida para guiar a sus compañeros de celda a Cristo, durante los 14 meses que estuvo preso en Sudán.

Por primera vez desde su liberación de una prisión sudanesa el año pasado, el director regional de África de La Voz de los Mártires detalló la horrible historia de su detención, durante una conferencia misionera en Estados Unidos.

Jasek se encontraba entre un puñado de cristianos que compartieron sus testimonios ante cientos reunidos en la Iglesia MacLean Bible en Vienna, Virginia.

Jasek reconoció que es ‘una prueba viviente de que Dios responde nuestras oraciones’.

Jasek había sido acusado de espionaje y traición por el gobierno cuando viajó a Sudán en diciembre de 2015 para documentar la persecución sufrida por los cristianos en la nación.

Petr Jasek, con un niño de Sudán

Aunque Jasek había planeado originalmente quedarse en Sudán por unos días, terminó en prisión por 445 días, y fue liberado en 2017. Durante este tiempo, Jasek estuvo en cinco diferentes prisiones.

Jasek recordó los primeros meses de prisión, donde compartió la celda con miembros del Estado Islámico.

«Inmediatamente, cuando descubrieron que era cristiano, comenzaron a molestarme cada vez más y más. Esencialmente, me volví su esclavo,» explicó. «Me obligaban a lavar sus ropas, sus utensilios, limpiar sus baños. Se burlaban hasta el hartazgo de mi. No pude soportarlo.»

Pero los extremistas hicieron más que burlarse de Jasek.

«»Se volvieron cada vez más agresivos. Tramaban formas para torturame de la peor manera,» contó. «Eventualmente, decidieron torturame con agua. Es una forma en que la persona es echada hacia atrás, le tapan la boca y le arrojan agua en el rostro, lo que da una sensación de estar ahogándose. Me decían que Checoslovaquia le permitió a la CIA hacerlo a los miembros de Al Qaeda, lo que no es cierto.»

Para que los extremistas pudieran llevar a cabo su tortura, Jasek dijo que fue trasladado a una celda que contaba con agua corriente.

«El problema en las prisiones sudanesas es que, a pesar de ser prisiones de mucho prestigio, los guardias le temen a los extremistas islámicos,» dijo Jasek. «Ellos temen porque saben que si los extremistas son liberados, vuelven para tomar venganza.»

Jasek también contó que el día anterior a ser torturado con agua, los yihadistas le interrogaron para saber en qué parte de Sudán operaba La Voz de los Mártires, y por cada respuesta negativa recibía golpes con un palo de madera.

 

«Paz Sobrenatural»

«Estaba sobre mis rodillas orando, y el Señor me mostró que Él ya había transitado el camino por el que andábamos ahora. Él fue una vez ridiculizado, escupido y golpeado,» remarcó Jasek. «El Señor me dió fortaleza para atravesar todo esto con una paz sobrenatural en mi mente.»

Jasek contó que supo más tarde que en el momento en que era interrogado por los yihadistas en prisión, su esposa se encontraba en un estudio bíblico en su hogar, y el líder paró el estudio para orar por ‘lo que Jasek estaba atravesando’ sin saber a ciencia cierta que ocurría.

«Ellos pararon el estudio y comenzaron a orar para que la presencia del Señor me cubriera por completo en mi situación,» dijo Jasek. «Cuando regresé a casa, supe que esto se dió en el momento exacto en que yo me encontraba de rodillas frente a los islamistas mientras me golpeaban. El momento en que sentí esa paz sobrenatural.»

En la celda con los extremistas, Jasek no tenía acceso a su Biblia. Cómo su condición de salud se deterioraba, apenas podía recordar pasajes de la Escritura que había memorizado desde su niñez.

«Le rogaba literalmente al Señor que guardara mi mente y no me dejara perder la cordura,» recordó Jasek. «El Espíritu Santo seguía recordándome algunos versos que había memorizado. Esto era suficiente para mí, me daba fuerzas para orar cada día.»

 

Amando a los enemigos

Considerando que los cristianos están llamados a orar y amar a sus enemigos, Jasek contó que a pesar de los golpes y las humillaciones, él podía percibir las necesidades de sus abusadores cuando por las noches no podían dormír.

«Ellos lloraban. También extrañaban a sus familias. Le pedían a Dios ayuda,» detalló Jasek. «Eso me ayudaba a continuar orando por ellos, por los guardias, por los abogados y por el juez, para que el Señor se les revelara como Salvador y Dios.»

«Cuando uno entiende que estas personas no conocen al Señor, esa situación hace que sea más fácil orar por ellos,» continuó.

Afortunadamente, Jasek se libró de las torturas con agua gracias a un guardia que no tuvo miedo de oponerse a los deseos de los islamisti. Él cree que Dios usó a este guardia para cambiarlo de celda.

«Luego pude decirle al guardia que me había salvado la vida y nos hicimos amigos cercanos,» dijo Jasek. «Le di la dirección de mi correo electrónico y comencé a compartirle el Evangelio. Él es muy apasionado. Le dije que si alguna vez venía a Europa, tendría lugar en mi casa y yo cuidaría de él.»

 

Trasladado a otra prisión

Jasek contó que fue trasladado a una prisión donde las condiciones’empeoraron’.

«Estábamos en un cuarto pequeño -4.5x 5.5 metros. A veces llegábamos a ser 40 personas allí. Eso me permitió guiar a 40 eritreos refugiados a Cristo. Fue como una revelación para mí. Tomé coraje y comencé a ser más abierto a la hora de compartir el Evangelio con mis compañeros de prisión. Poco después, eso me valió que me confinaran a una celda en soledad.»

Poco antes de ser llevado a la celda donde estaría solo, Jasek dijo que los oficiales checos le facilitaron una Biblia.

«No tenía nada más que hacer que leer la Biblia todo el día. Trataba de hacerlo mientras había luz, desde las 8 a.m. hasta las 4:30 p.m. aproximadamente. Tenía que estar bien cerca de las rejas para tener luz suficiente. Estaba tan hambriento de las Escrituras. Leí del Génesis al Apocalipsis en tres semanas.»

Esto le dió a Jasek un nuevo entendimiento de las Escrituras.

Eventualmente, lo trasladaron a otra celda compartida.

«Pasé de una celda solitaria a una donde había unas 100 personas. Sólo habían 75 camas así que 25 personas debían dormir en el suelo.»

 

«Me pidieron que predicara»

Una situación de gracia que salió de tanta tragedia, fue el hecho de los guardias de la prisión nueva le permitieron a Jasek y otros dos pastores sudaneses predicar y realizar servicios religiosos.

«La primera vez llegué a la capilla para pasar el tiempo en las Escrituras y con el Señor. Me pidieron que predicara. Lo hacía una vez a la semana, a veces dos veces,» recordó Jasek. «Por supuesto, ellos monitoreaban y reportaban todo lo que enseñabamos.»

Predicar en prisión le permitió a Jasek y a los otros pastores llegar a ‘quienes estaban sin esperanza’.

«Eran criminales reales -asesinos, secuestradores, ladrones, narcotraficantes. Fue un tiempo maravilloso,» dijo Jasek. «Ellos respondían a nuestras enseñanzas. Estábamos solo enseñando el Evangelio. Fue maravilloso ver el cambio en las vidas de aquellos que rendían sus corazones a Cristo.»

Gracias a las negociaciones entre el gobierno sudanés y los oficiales checos, Jasek fue liberado en febrero de 2017.

«Fuí a Sudán por cuatro días y me quedé 445,» dijo Jasek a la multitud. «Al pensar en todas las vicisitudes que pasamos y en la obra que el Señor hizo a través de nosotros, que más podemos decir sino que Sus Planes son mejores que los nuestros.»

Jasek le dijo a los oyentes que ‘cuando uno rinde su vida a Cristo, debe estar preparado para todo’.

«Sabemos por las palabras del Apóstol Pablo que cualquiera que quiera vivir para Dios sufrirá persecución,» dijo Jasek. «Siento como si me hubieran devuelto la vida. Estaba bajo amenaza de muerte. Pero mi vida me fue devuelta. Mi vida ya no me pertenece. Le pertenece al Señor.»

Sudán se encuentra en el puesto 4 de la lista de países perseguidores de cristianos, según Puertas Abiertas Estados Unidos en este 2018.