“Estoy asustado,” el americano de 26 años del estado de Washington admite en unos extractos de su diario que su familia ha compartido con The Washington Post. “Viendo el ocaso y es hermoso – llorando un poco…pensando si será el último ocaso que vea.”

“Señor, ¿es esta isla es la última fortaleza de Satanás donde nadie ha escuchado o incluso ha tenido la oportunidad de escuchar tu nombre?” se preguntaba él.

Chau, un miembro de All Nations, una organización internacional cristiana de entrenamiento y envío de misiones, se cree que fue asesinado en la isla entre noviembre 16 y noviembre 18.

El grupo revelo que Chau, un graduado de la Universidad Oral Roberts, había estudiado y entrenado desde el colegio para compartir el Evangelio con las personas de Centinela Norte, comunidad que recibe poco o ningún contacto con el mundo exterior.

“All Nations está profundamente entristecido por esta noticia y quiere públicamente expresar nuestras más sinceras condolencias por esta pérdida monumental,” dijo el Líder Ejecutivo Internacional Mary Ho.

“Hemos tenido contacto con la familia de John y pedimos que ustedes se nos unan en oración por su familia y amigos durante este tiempo tan difícil para ellos. Hemos estado en contacto con el Departamento de Estado de Estados Unidos y continuamos cooperando completamente con todos los oficiales internacionales, nacionales y regionales.”

La familia de Chau confirmó su muerte en una publicación de Instagram, diciendo que “las palabras no pueden expresar la tristeza” por la que están pasando.

Dicen que Chau era un “hijo, hermano y tío muy amado,” pero también un misionero cristiano quien amaba a Dios y “ayudaba a aquellos en necesidad.”

“Perdonamos a los presuntos responsables de su muerte,” declararon ellos.

The Washington Post reportó que el contacto inicial de Chau con el pueblo Centinela no había salido muy bien, y que le habían disparado flechas, incluyendo una instancia donde perforaron su Biblia.

Aun así, el siguió determinado a hacer contacto con la tribu asilada de cazadores-recolectores, a pesar de conocer los peligros y a pesar de admitir que su misión era ilegal, dado que la ley india prohíbe a los forasteros de visitar la Isla Centinela Norte.

En una cuenta él escribió que “Dios mismo nos estaba guardando de los Guarda Costas y muchas otras patrullas.”

En otra instancia, él se preguntaba como Dios pensaba usarlo.

“Creo que podría ser de más utilidad estando vivo…pero para ti, Dios, te doy toda la gloria de lo que sea que pase,” escribió el misionero.

Él también le pidió a Dios que perdonara “cualquiera de las personas de la isla que traten de matarme, y especialmente si lo logran.”

Aun así, se reporta que su forma de actuar ha enojado a muchos en la nación mayoritariamente hindú de la India quienes ven a los evangelistas, especialmente a los forasteros, con gran sospecha, llevando a ataques a las iglesias y acusándolos de conversiones forzadas.

Ho de All Nations insistió que Chau era un “embajador de Jesucristo agraciado y sensible quien quería que otros conocieran el gran amor de Dios para ellos.”

“Conforme lloramos por nuestro amigo, y oramos por aquellos que lloran su muerte, también sabemos que él hubiera querido que oráramos por aquellos que tal vez hayan sido responsables de su muerte,” dijo ella.

“También recordamos, como a través de la historia de la iglesia, el privilegio de compartir el Evangelio a menudo ha venido con un gran costo incluido. Oramos para que los esfuerzos del sacrificio de John lleven fruto eterno a su debido tiempo.”