Miriam es la mayor de siete hermanos, criados en un pueblo musulmán pero en una familia de fe cristiana. Su papá amaba a Jesús, y su mayor pasión era que otros llegarán a conocer del amor de Dios.

Miriam veía como su papá amaba compartir y hablar de Jesús con los musulmanes de su comunidad. También vió como esa misma pasión le costó la vida. Un grupo enfurecido de extremistas musulmanes lo asesinó por causa de su fe.

Enojados con el papá de Miriam porque no cesaba de hablar de Jesús, una noche rompieron las puertas de su casa, lo sacaron a la calle y lo golpearon hasta matarlo, frente a su esposa y sus hijos. Miriam tenía tan sólo siete años.

El corazón de Miriam quedó destrozado con la imagen de ver morir a su padre de esa manera tan violenta. En la escuela tuvo que compartir las clases con los hijos de los asesinos de su padre, cada día en el transcurrir de la vida en comunidad, se topaba con las mismas personas que habían golpeado a su padre hasta morir.

Cualquiera en su lugar hubiera guardado un gran rencor hacia ellos, pero Miriam sabía que los culpables no sabían lo que hacían. El ejemplo de su padre y su Amor por Jesús le animaban a seguir. Ella se propuso ayudar a su madre a cuidar de sus seis hermanos, aún cuando no tenían alimentos y ninguna fuente de ingresos.

Miriam cuenta que los años que siguieron fueron duros y difíciles, pero así también experimentó el amor, el consuelo y el cuidado de Dios. Además, por la Gracia de Dios, llegaron personas desde lejos para ayudarles a construir una casa mas cómoda para su familia y montar una pequeña empresa que le permitiría abastecerse de alimentos.

“Dios es mi padre, Él provee mis necesidades. Él alimenta mi alma”, afirma Miriam, quien desea llegar a ser doctora y así brindar ayuda a las personas necesitadas.