Cuando el Comité Noruego del Nobel otorgó el Premio Nobel de la Paz a el Programa World Food 2020 de Naciones Unidas mientras los encierros forzosos en respuesta a la pandemia del COVID-19 comenzaban a interrumpir las economías a nivel mundial, sonó una alarma en la crisis mundial del hambre que se avecina.

Ahora, recientemente llegado de un viaje a Kenia donde visitó varias comunidades con inseguridad alimentaria, Edgar Sandoval Sr., presidente y CEO de World Vision USA, recordó como la pandemia, compuesta por la guerra en Ucrania, cambios climáticos e inflación, han convertido la alguna vez inminente crisis alimentaria en un peligro presente para casi 4 millones de personas en la nación al este de África y millones de otros alrededor del mundo.

“Te voy a decir lo que el jefe de una aldea que visité me dijo”, le mencionó el a The Christian Post el miércoles. “Él me dijo, ‘la mayoría de las personas no están trabajando. La lluvia ha desaparecido…la sequia y los precios altos han sido algo muy difícil para los matrimonios’. El me dijo, ‘puedo escuchar a las parejas pelear porque no hay comida. Cuando el alimento se vuelve un reto, la violencia llega’. Eso fue lo que el me dijo sobre el hogar”.

Para World Vision, una ayuda humanitaria cristiana evangélica, una organización de desarrollo y defensa que también es el socio más grande del programa World Food de Naciones Unidas en la distribución de alimentos, las familias son una prioridad. Y el peligro que Sandoval ve es real.

Los precios se están disparando y el alto desempleo son una mezcla toxica para las comunidades con inseguridad alimentaria en Kenia.

“Si todavía puedes ganar $1 dólar al día, si puedes hacer $1 dólar al día, ahora estas pagando…$34 o más que $4,000 chelines kenianos) por un saco de maíz. Tres veces el precio que costaba antes”, dijo Sandoval.

En estos tiempos de retos, la crisis en curso de hambruna trae preocupación incluso para las familias kenianas con inseguridad alimentaria que son dueñas de algo de valor, dijo el CEO de World Vision.

“Cuando la comida es escasa, hay allanamientos a la vida de las personas”, explicó él.

Muchos niños también “están agudamente malnutridos”, dijo Sandoval.

“Los momentos de dolor comenzaron en el dispensario de una de las aldeas que visité. Yo estaba allí cuando las madres llegaban con sus bebés. Vi muchos bebés que estaban severamente malnutridos”, dijo él.

“Hablé con un nutricionista, Martha, quien ha estado haciendo esto por seis años. Y me dijo que nunca había visto tan malas condiciones como ahora. Ella nunca había visto el nivel de malnutrición tan mal en los niños”, añadió él.

Aproximadamente el 40% de los niños que visitaron el dispensario que visitó Sandoval estaban gravemente malnutridos.

“Hay diferentes niveles de malnutrición. Moderadamente malnutrido tampoco es algo bueno, pero es mejor que estar gravemente malnutrido. Y también los niveles están incrementando y se están volviendo más altos, más altos de lo que ella haya visto antes”, explicó Sandoval. “Las mamás también, las mamás en lactancia también están malnutridas”.

Por medio de sus profundas relaciones con las iglesias y su gran red de distribución de alimentos, Sandoval y su personal en World Vision han estado trabajando arduamente para aprovechar su experiencia al ayudar familias con inseguridad alimentaria a través de sus programas basados en la Biblia.

“En esta respuesta estamos poniendo toda nuestra fuerza de más de 70 años de experiencia y todos nuestros recursos. Este es el trabajo número uno. Estamos haciendo distribución de alimentos, estamos haciendo transferencias de efectivo. Estamos habilitando tratamientos para los niños malnutridos”, explicó el CEO de World Vision.

El Programa World Food ha calificado al 2022 como “Un Año de Hambruna Sin Precedentes”.

La agencia de ayuda alimenticia internacional dice que hasta 828 millones de personas cada noche se van a la cama hambrientos, y desde el 2019, el número de aquellos enfrentando inseguridad alimentaria aguda ha subido de 135 millones a 345 millones. Unos 50 millones de personas en 45 países, dice la agencia, “están al borde de la hambruna”.

“Le pido a todos, les ruego que por favor hagan algo para ayudarnos a responder a estas presiones, especialmente para los niños”, dijo Sandoval.

Haciendo notar que solo cuesta $4 dólar al día alimentar a una familia de seis en Kenia, dijo él, “cada contribución ayuda no importa el tamaño”.