Cuando éramos chico pensábamos que todo seguiría igual para siempre, pero fuimos sorprendidos en el avance de la vida que aún tomando las mejores decisiones todo tiene su fin. Que lo que parecía que nunca tendría final, hoy solo lo tenés como un recuerdo del pasado.
Cuando vimos a Messi, el actual «mejor futbolista» del mundo llorar frente a las cámaras, nos dimos cuenta que eran las lágrimas de alguien que no tenía en mente esta despedida. Que fuera cierto este paso a otro nivel al que parecía que no se había preparado.
El sabio Salomón lo puso muy claro en un poema maravilloso que nos recuerda:
Tiempo de nacer
y tiempo de morir,
tiempo de plantar
y tiempo de arrancar lo plantado,
tiempo de matar
y tiempo de curar,
tiempo de destruir
y tiempo de edificar,
tiempo de llorar
y tiempo de reír,
tiempo de hacer duelo
y tiempo de bailar,
tiempo de esparcir piedras
y tiempo de juntarlas,
tiempo de abrazar
y tiempo de abstenerse de abrazar,
tiempo de buscar
y tiempo de perder,
tiempo de guardar
y tiempo de tirar,
tiempo de rasgar
y tiempo de coser,
tiempo de callar
y tiempo de hablar,
tiempo de amar
y tiempo de aborrecer,
tiempo de guerra,
y tiempo de paz.
Cuando sufras algún cambio en tu vida, por más cómodo te sientas en ese estado, hay que pensar que todo tiene su fin y que hay algo nuevo y tal vez mejor detrás de cada cambio. Tal vez Dios te quiere llevar a otro nivel en realidades que te sorprendan. Y recordar que lo mejor está por venir.
Para llegar a la tierra prometida debemos pasar nuestro propio desierto, con todo lo que ello implica.