Desde PLA (Pasando La Antorcha), un espacio de juventud que incluye múltiples actores de la sociedad y el ámbito profesional, propiciado por La Alianza Cristiana Evangélica de la República Argentina, manifestamos un profundo pesar por el fallecimiento de cinco jóvenes tras participar de una fiesta electrónica en la zona de la Costanera Norte de la ciudad de Buenos Aires.
Al mismo tiempo acercamos nuestra solidaridad no sólo a las familias que perdieron a un ser querido sino también a aquellos que tienen internado en grave estado a un familiar por las mismas causas.
Durante los últimos años hemos alertado acerca de este cuadro de situación. (Ver manifiesto: Declaración de Valores y Principios de la Juventud Cristiana Evangélica; el editorial: Fiestas electrónicas y el documento: Los que no tienen voz nos interpelan).
Este suceso pone en evidencia lo que silenciosamente sucede semana tras semana en todo el país. Cada vez más jóvenes mueren por el consumo de alcohol y drogas.
El narcotráfico ha avanzado de manera alarmante y ha colocado a nuestro país ya no sólo en un lugar de paso para la droga sino en un lugar de producción y consumo.
Nos manifestamos en contra de la cadena de complicidades que han permitido y facilitado el cuadro de situación que hoy tenemos en nuestro país. Si existe el narcotráfico es porque la corrupción se ha instalado en distintos ámbitos de la sociedad, que incluye sectores de gobierno, judiciales, educativos, empresariales y de nuestras fuerzas de seguridad.
La droga no respeta edades, ni sectores sociales, avanza destruyendo familias y enferma a toda la sociedad.
Creemos en la familia como primer eslabón de lucha contra este flagelo. Hogares sólidos y bien constituidos son la primera barrera de contención para que los jóvenes no sean víctima de las drogas.
Desde PLA nos manifestamos en contra de la legalización de la marihuana y de cualquier tipo de estupefacientes, al mismo tiempo creemos que debemos atacar no solamente el problema del consumo sino también brindar las herramientas necesarias para que cada ciudadano pueda alcanzar proyectos de vida. No podemos mirar para otro lado. Por eso desde nuestro lugar como Iglesia, no sólo levantamos nuestra voz de preocupación sino que venimos
trabajando hace muchos años de manera proactiva, enfrentando este mal en silencio pero sin pausa en miles de congregaciones.
En primer lugar, desde la proclamación del Evangelio de Jesucristo, el que cambia la vida y se contrapone a la muerte y en segundo lugar, abriendo cientos de centros de recuperación de adictos, como el Programa Vida, en su mayoría autofinanciados, y con un fuerte trabajo de voluntariado, con resultados altamente satisfactorios.
Creemos que hay mucho más por hacer, nuestra nación enfrenta un desafío enorme y es la sociedad en su conjunto la que debe dar una respuesta.
Que la droga no se transforme en un camino de ida y sin retorno.
Hay un camino, hay una salida. Volvamos nuestros ojos a Dios, el autor de la vida.
”Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí”. (Juan 14:6)
PLA (Pasando la Antorcha).