Cuando él Profesor del Instituto Bíblico Moody y autor Cristopher Yuan tenía 9 años, comenzó a sentir atracción por su mismo sexo después de descubrir revistas pornográficas en la casa de un amigo.
Después de esta exposición a la pornografía, Yuan dijo experimentar confusión y miedo por su atracción al sexo masculino.
En un testimonio reciente dado en los Ministerios Vida Real de Idaho el 29 de agosto, Yuan y sus padres compartieron que su vida familiar no fue un proceso familiar, dónde hubieron muchas experiencias dolorosas.
Él compartió que a través del tiempo, toda su familia se convirtió al Cristianismo, aceptándolo y rindiendo sus vidas a Jesucristo.
«A los 9, estas revistas pornográficas me dieron una perspectiva distorsionada del sexo, y pronto se convirtió en mi maestro», dijo Yuan a la audiencia que lo escuchaba atentamente. «Con la pornografía alimentando mis deseos, tuve mi primer encuentro a los 16 años. Pero mantuve mis sentimientos hacia al mismo sexo escondidos durante toda la secundaria, universidad, y aún en la Reserva del Cuerpo de Marines».
Después de descubrir la fe Cristiana, Yuan co-escribió junto a su madre en 2011 unas memorias tituladas En Un País Lejano: El Viaje de un Hijo Gay Hacia Dios, y La Esperanza de una Madre Quebrada; que vendió cerca de 100.000 copias y está disponible en siete idiomas.
En los años escolares de Yuan, él contó que no encajaba con otros niños como chino americano en Chicago.
«Me veía diferente. Actuaba diferente y tenía intereses diferentes. Dios me dió el don de la música», dijo. «Satanás no puede quitarnos los dones que Dios nos dió, pero puede cambiar la percepción que tenemos de los mismos. Y desde una temprana edad, fui visto y ridiculizado por ser afeminado».
La sexualidad ya no es un secreto
Después de unos años, en sus 20, Yuan ya no mantuvo su sexualidad en secreto.
El 15 de mayo de 1993, él volvió a casa de Louisville, Kentucky, después de completar su primer año en la escuela odontológica. Hizo un anuncio inesperado a sus padres.
«Soy homosexual», dijo Yuan.
Durante ese tiempo, Angela y Leon Yuan, quienes se conocían desde sus años de escuela en 1964, tenían muchos problemas maritales no resueltos y estaban a las puertas del divorcio después de 28 años de casados. Leon Yuan fue dentista y Ángela era ama de casa.
Los Yuans -quienes no eran cristianos en aquél momento- tuvieron diferentes reacciones después de la confesión de su hijo.
Leon Yuan le dijo a la audiencia que culpó a su esposa y le acusó de «hacer» a su hijo gay.
El creía que lo mejor es que la familia se disolviera, y cada uno siguiera su camino.
«Uno nunca pensaría que dos simples palabras como Soy Homosexual, podrían causar tanto dolor», dijo Angela. «Yo pensé que podía amenazar a Christopher con un ultimátum para que eligiera entre su sexualidad o su familia, pero él dejó claro que no podría cambiar -había nacido gay».
En respuesta a la reacción de sus padres, Christopher Yuan empacó sus cosas y se fue con emociones indescriptibles.
«Esto había sido peor que recibir las noticias de muerte de Yuan», recordó su madre. «El podría haberme atacado con un cuchillo, y me hubiese dolido menos. Fue el fin de nuestro vínculo».
Con el matrimonio disolviéndose y la familia destruída, Angela Yuan sintió que su mundo se derrumbaba.
«Ya no tenía razones para vivir, con el fin de mi familia, así que tomé una determinación fatal… quitarme la vida», recordó. «Pensé que la muerte era la única respuesta a mis problemas».
‘Abrió los ojos de mi corazón’
Aunque ella no creía en Dios, decidió visitar un ministro cristiano que le había dado un panfleto referente a la homosexualidad. Luego compró un boleto a Louisville, dónde pensaba despedirse de su hijo para siempre.
En el tren, Angela Yuan solo llevaba con ella el panfleto que le había dado el ministro. Comenzó a leerlo, allí explicaba el Plan de Salvación. El texto decía: «Todos somos pecadores, pero Dios nos ama a pesar de los pecados». Mientras lo leía, ella sintió que «Dios abrió los ojos del corazón».
«Me dí cuenta que como Dios me ama, a pesar de mi pecado, yo podía amar a Christopher a pesar de su elección», dijo.
Después que llegó a Louisville, la madre llamó al número que había en el panfleto, y se conectó con una mujer cristiana. Por las siguientes seis semanas, la mujer se encontró con Ángela para guiarla en su proceso de sumergirse en la Biblia.
«Fuí a Louisville esperando acabar con mi vida, y de alguna manera, así fue», agregó, remarcando que su versículo favorito es Gálatas 2:20: «He sido crucificado juntamente con Cristo, y ya no vivo yo, más Cristo vive en mí».
Después de seis semanas, Leon Yuan recibió un llamado telefónico de la mujer que estaba discipulando a su esposa. La mujer le dijo: «Angela ha rendido su vida a Cristo, y ha sido salvada».
Leon, sin embargo, no estaba complacido con las noticias de la nueva fe de su mujer.
«Yo le respondí: ‘Esas no son buenas noticias’. Esto era mi peor pesadilla de ahora en adelante, Angela tenía a Dios de su lado», dijo Leon. «Pero me encontré con la transformación de Ángela, que no era solamente algo del domingo sino en cada aspecto de su vida… Lo que ella tenía no era simplemente religión sino una íntima relación con Jesucristo. Poco yo sabía, pero Dios estaba trabajando también en mí».
Poco después, Leon decidió asistir a la iglesia con su esposa. Uno de sus amigos mutuos también le invitó a un estudio bíblico. Y como resultado, ambos crecieron en el entendimiento de la Palabra de Dios.
«También rendí mi vida a Jesús», dijo el padre de familia. «Dios se convirtió en el pegamento que unió nuevamente nuestro matrimonio y nos atrajo a ambos había Él. Ese era Dios preparándonos para los años de dificultades que vendrían por delante».
Aunque la pareja se había reconciliado y vuelto a la fe cristiana, aún no tenían una relación con su hijo.
Para ese momento, Christopher Yuan, quien perseguía un doctorado en sus estudios, pasaba la mayor parte de su tiempo frecuentando bares homosexuales. Buscaba intimidad y felicidad en relación tras relación.
Aunque encontraba satisfacción momentánea en cada encuentro, también le quedaban sentimientos de vacío cada vez más fuertes.
Eventualmente Christopher empezó a consumir drogas para encontrar felicidad. Y para costear su adicción, se convirtió en revendedor de lo que consumía.
«Quiero aclarar, no todos los homosexuales y lesbianas consumen drogas o son promiscuos, por supuesto. Algunos sí y otros no, pero esto fue parte de mis historia», continuó Christopher. «Yo pensé que podía vivir esa doble vida: estudiante graduado de día y narcotraficante promiscuo de noche».
A pesar de que él pensaba que podía continuar vendiendo y consumiendo drogas mientras estudiaba, tres meses antes de supuestamente recibir su doctorado, fue expulsado de la Universidad.
Cuando la noticia de la expulsión llegó a sus padres, ellos inmediatamente tomaron un vuelo que los llevara a Louisville.
Yuan pensó que su expulsión no duraría ya que su padre dentista era amigo cercano del decano. Sin embargo, ese no fue el caso.
Enojado con sus padres por apoyar la decisión del colegio, Yuan decidió mudarse aún más lejos de ellos a Atlanta, Georgia.
Christopher Yuan se sumergió aún más en el mundo de las drogas y se convirtió en un alto proveedor de otros narcotraficantes.
‘En mi mundo, yo era dios’
“Para mi no era nada tener múltiples encuentros sexuales cada día ya que, para el mundo lo tenía todo: dinero, fama, drogas y sexo», dijo Yuan. «Había cambiado la Verdad de Dios por una mentira. Y comencé a adorar y servir a la criatura en lugar de al Creador, porque en mi mundo yo era dios».
Los padres comenzaron a orar por su hijo.
«Era más que obvio que Christopher estaba totalmente perdido y sin esperanzas, pero mi esposa yo nos comprometimos… no nos enfocamos en la realidad sino en las Promesas de Dios, junto a otros
100 guerreros de oración de nuestra Iglesia. Todos clamábamos a Dios por Christopher», recordó Leon.
Además de orar: «Señor haz lo que sea necesario para traer a este hijo pródigo nuevamente a casa y a Tí», Angela ayunaba cada lunes por ocho horas.
«Dios respondió mis oraciones diciéndome que esperara y me quedara quieta», dijo.
Un día, 12 oficiales de drogas federales golpearon la puerta de Christopher. Confiscaron dinero y estupefacientes, incluyendo 9.1 toneladas de marihuana. Con semejante cifra, él podría enfrentar arriba de los 10 años en prisión. Recibió seis años de condena en un centro de detención en Atlanta.
Ya en el centro de detención, llamó a sus amigos simplemente para darse cuenta de que todos le habían abandonado.
En un acto de desesperación, Christopher llamó a su madre esperando solo reproches de su parte.
Sin embargo, para su sorpresa, la reacción de su madre fue preguntarle cómo estaba y si se encontraba bien.
Siguiendo a Jesús
Christopher Yuan encontró una Biblia cerca del basurero en el centro de detención, y comenzó a leerla.
Poco después, recibió la terrible noticia de que era HIV positivo.
Después de pasar un tiempo devastado por las noticias, Yuan tomó su Biblia nuevamente y siguió leyéndola.
Mientras más leía, dijo, más el Espíritu Santo le convencía de sus ‘muchos ídolos, incluyendo la homosexualidad’.
«Fui a través de cada verso, cada capítulo, cada página de la Escritura… y una decisión debía ser tomada: abandonar a Dios y Su Palabra respecto a su postura sobre mi sexualidad; o abandonar la vida que estaba llevando hasta ahora para seguir a Jesús», concluyó Yuan. «Mi decisión fue clara y obvia. Decidí seguir a Jesús».
Después de encontrar a Cristo, Yuan se matriculó en el Instituto Bíblico Moody en 2001. Se graduó en 2005, y recibió su maestría en exégesis bíblica en 2007, además de un doctorado en 2014.
La nueva identidad de Christopher Yuan en Cristo lo llevó a vivir ‘en obediencia’ a Dios, a pesar de toda atracción hacia su mismo sexo. Y su obediencia cambió radicalmente su vida.
Yuan ahora es un brillante orador y autor que ha enseñado en el Instituto Bíblico Moody por décadas. Es también autor de Sexualidad Santa y Evangelio: Sexo, Deseo y Relaciones modeladas por Dios. Su libro fue uno de los más vendidos del 2020.