El cristianismo existe en Libia desde los tiempos del Nuevo Testamento. El mismo Simón de Cirene, el hombre que ayudó a Jesús a cargar la cruz, era de Libia. Los libios estaban presentes en el día de Pentecostés cuando descendió el Espíritu Santo. Con el surgimiento del islam en el norte de África, la iglesia en Libia fue prácticamente extinguida entre el siglo VII y el siglo XII. Aun así, el cristianismo nunca ha abandonado suelo libio, pero su existencia a día de hoy se centra mayoritariamente en iglesias a las que solo asisten extranjeros.
Hoy en día, las pequeñas comunidades cristianas consisten casi exclusivamente de egipcios y subsaharianos, así como un minúsculo grupo de americanos y europeos. A estos se les permite reunirse en sus iglesias, mientras que a los libios les es prohibido. Asimismo, las reuniones están estrictamente controladas. También existe un pequeño grupo de asiáticos, la mayoría procedentes de la India. Entre 100 y 200 anglicanos asisten a la iglesia los domingos en Trípoli, la mayoría de ellos africanos subsaharianos. Se estima que 80 cristianos ortodoxos (griegos, rumanos, búlgaros y rusos) asisten cada viernes a su reunión. En cuanto a las iglesias protestantes y las católicas, cientos de personas también se reúnen cada semana.
Mientras tanto, a los libios no se les permite asistir a la iglesia. El pequeño número de libios cristiano opta por mantener su fe en secreto, puesto que las iglesias y otro tipo de reuniones religiosas que no estén dentro del islam están prohibidas para ellos. Puertas Abiertas estima que en total existen 20.000 cristianos en Libia, de los cuales solo 150 son libios.
Persecución en Libia
Los cristianos en Libia, tanto los locales como los extranjeros, sufren persecución. En 2015, dos asesinatos en masa de cristianos de otros países en Libia que habían sido previamente secuestrados causaron terror entre los creyentes. Muchos volvieron a sus países de origen. Debido a la debilidad del Gobierno central, un alto número de grupos armados, religiosos y no religiosos, actúan a lo largo y ancho del país con total impunidad. Estos grupos suelen apuntar a los más vulnerables, entre los que se sitúan los cristianos. Su presencia en el país ha creado una cultura del terror que ha limitado mucho la libertad de los cristianos.
Los creyentes de trasfondo musulmán en Libia se ven sometidos a persecución en todas las facetas de su vida si deciden hacer pública su fe o son descubiertos. En la esfera privada han de vivir el rechazo de su familia en una sociedad profundamente conservadora. Dada la presión ejercida por la intolerancia de la sociedad y de sus propios familiares, los cristianos libios apenas se atreven a informar a otros acerca de su fe. Muchos de ellos están actualmente considerando abandonar Libia.
Durante el mandato de Gadafi, la principal fuente de la persecución era el propio Gobierno y sus servicios secretos. Ahora, el islamismo radical personificado en el Estado Islámico y los salafistas, son los responsables de la mayor parte de la presión y violencia que sufren los cristianos. Otras causas comunes de la persecución son también la familia y las bandas criminales.
La vida normal de iglesia es casi imposible para los libios y los extranjeros no se libran de otros riesgos importantes para su seguridad al practicar su fe. Importar literatura cristiana y biblias en árabe continúa siendo una práctica totalmente prohibida. Las personas que guardan o pasan recursos cristianos en árabe lo hacen con mucho temor. Esto es un factor más que afecta al crecimiento de la Iglesia local en Libia. El proselitismo a musulmanes y cualquier actividad misionera está terminantemente prohibido en el país.
En 2015 se sucedieron tres incidentes importantes relacionados con la persecución y en todos ellos se repitió la misma historia: secuestro y asesinato de cristianos extranjeros. El 15 de febrero, un grupo de 20 egipcios coptos y un ghanés fueron asesinados por yihadistas afiliados al Estado Islámico. En abril, de nuevo 79 emigrantes etíopes y eritreos fueron raptados y más de treinta murieron de una forma cruel. Por último, en junio de 2015, 86 eritreos (algunas fuentes hablan de 88), que huían de la represión política en su país de origen, fueron secuestrados por el Estado Islámico en Libia. Aunque fueron los incidentes más sonados, no fueron los únicos de este tipo.
Perspectivas de futuro
Humanamente hablando, la prevalencia de los grupos armados locales incluyendo las milicias salafistas, añadido a la debilidad del Gobierno central, hacen que los cristianos no puedan esperar una mejoría de su situación. La impunidad generalizada ante los crímenes cometidos contra los cristianos parece que continuará igual. Loa acontecimientos violentos cometidos contra los cristianos extranjeros muestran claramente la fuerza y visibilidad de los grupos radicales islámicos, entre ellos el Estado Islámico, en un país que se hunde en el caos y la ausencia de la ley. Los africanos subsaharianos componen el grupo más grande de cristianos y seguirán viéndose en peligro, sintiéndose el objetivo de ataques de índole religiosa por grupos locales y por libios que buscan un chivo expiatorio a sus frustraciones.
Hoy en día, los árabes libios suponen uno de los grupos menos alcanzados por el Evangelio en el mundo. El evangelismo y la obra misionera está totalmente prohibida en el país. Parece obvio que Libia y las personas viviendo ahí necesiten nuestras oraciones.