…Y así es como una vez más culminó el día… amaneció sin darnos cuenta y también ya era de noche, llegó la hora de descansar; pero antes de cerrar los ojos, una oración fugaz y a dormir. Hubo intención de poder sumergirnos ante la asombrosa idea de pasar tiempo con Dios; con la Biblia, el anotador, la agenda, los resaltadores, etc., era el momento esperado, y de repente… suena el celular, atendimos la llamada… ¡Uh, llega la hora del desayuno! mientras termina la llamada, recuerdo que no he revisado las redes sociales… tampoco he chequeado el correo… y mientras desayuno, me pregunto: – ¿Cuáles serán las noticias del día? ¿me estaré perdiendo de algo? Encendemos la tv…
Sucesivamente, este hábito de comunión con Dios, el que tantas veces una y otra vez nos hemos planteado y le hemos prometido hasta con lágrimas, aún se sigue convirtiendo en una materia pendiente, que lleva tal vez: días, horas, meses o inclusive años; esta comunicación se ha encontrado interrumpida por innumerables distracciones… Y otra vez nos encontramos, en nuestra habitación a punto de descansar, en la que pareciera ser una larga noche… ya es de madrugada, otro día que culmina del mismo modo, focalizando nuestra atención en lo inmediato, en lo fugaz, en lo que me mantiene inerte a oír lo que Dios quiso decirme esa nueva mañana.
Esta batalla se presenta a diario frente a nosotros, como una gran muralla que necesitamos derribar, esa que aún no se ha convertido en una conquista, porque es una batalla que no hemos aprendido a librar, porque el principal contrincante lleva tu nombre; aunque sepamos sobradamente que necesitamos de Dios, no estamos alimentando nuestra vida de él. Estamos cada vez más desnutridos, nuestra fe debilitada, nuestros huesos envejeciendo y nuestro espíritu muriendo de sed y abrigo.
Hay una verdad que necesita ser revelada; y es que, hacer cosas en tu iglesia local, no reemplaza lo verdaderamente importante, “nuestro tiempo de calidad y devoción con él”. Pasar tiempo con Dios, hará que tu calidad de servicio sea de mayor impacto, porque te encontrarás realizando lo que él espera, a la manera en la que te instruyó; siendo cada día más como él… asimismo aprendiendo a tener dominio propio, dando frutos de paciencia, de amor, de tolerancia, para que seas luz en los ámbitos en que te desarrolles.
Preparar el corazón para estar en su presencia, para amar su compañía, disfrutando su fragancia, amando su esencia… no puede ser sustituido por nada. Es por ello, que quiero dejarte algunos consejos de ayuda útiles para preparar ese momento:
- Prepara el lugar donde tendrás tu tiempo de devoción con él.
- Elige la hora del día en que harás que suceda.
- Aleja las distracciones visuales.
- Separa tu teléfono móvil y ponlo lejos de tu alcance; de ser posible en silencio.
- Respira, cierra los ojos y rinde tu corazón a él. Mientras más tiempo pases con Dios, más lo amarás y lo adorarás. Tu relación con Dios solo será tan profunda como el tiempo que pases con él.
- Planea tu vida alrededor de Dios.
Necesitamos saber que las distracciones seguirán estando a diario, no desaparecerán y las encontraremos aún sin buscarlas, pero haz de tu devocional, tu mayor prioridad; entre tantas voces que hablan, debe haber una necesidad mayor por aprender a reconocer Su voz.
¡Es tiempo de crecer en el amor por él! A partir de hoy, fomentar y acrecentar la pasión por su presencia, es una responsabilidad, y compartirla con otros es el gran desafío.