La violencia se encuentra vigente en todos contextos socioculturales y atraviesa la historia a lo largo de los siglos. Es sólo detenernos a investigar, a analizar y a comparar para certificar que así como la población mundial no detiene su crecimiento, de la misma manera e inconmensurablemente aumenta la violencia en todas sus esferas, no haciendo distinción a la nacionalidad, al parentesco, a niños, a adultos, pero por sobre todo a mujeres. En este mundo posmoderno, la mujer vive un estado de potente violencia.
Según la estadística mundial, 137 mujeres son asesinadas por día, esto hace a una cantidad total de poco más de 50.000 al año, un número difícil de digerir. También si mencionamos estadísticas, ellas datan que, la mayor parte de esas vidas, son perdidas cada año en manos de sus compañeros actuales o ex parejas; o por sus progenitores, o por hermanos, primos, o por otras mujeres, e incluso hermanas y otros parentescos.
El 14 de noviembre del año 2012 se sancionó en Argentina, la ley 26.791, modificatoria del Código Penal Argentino, incorporando de esa manera la figura de femicidio, como agravante del delito de homicidio. La norma que cumple casi 8 años desde su sanción, aprobada por unanimidad del Congreso, incorpora en el inciso 11 del artículo 80 el agravante para quien matare “a una mujer cuando el hecho sea perpetrado por un hombre y mediare violencia de género.”
Desde el punto de vista bíblico, sabemos que la violencia también tuvo un inicio en los primeros tiempos, cuando se presenta el primer fratricidio en el que Caín mata a Abel, al llenarse su corazón de envidia y enojo, cuando ve que Dios acepta con mayor estima la ofrenda de Abel, ya que le dio lo mejor que tenía. (Génesis 4). Pero aún de esta manera, vemos que no tuvo su final ahí, sino como mencionaba en la introducción, la violencia atravesó ciclos, estaciones, siglos, y no conoce de intimidaciones ni fronteras.
¿De qué manera la humanidad se vería libre del dominio del pecado? Es necesario nacer de nuevo (Isaías 57:15). Por este medio, comprendemos que el sacrificio de Jesús puede purificar al ser humano de su iniquidad, de la maldad y de la ausencia de Jesús en el corazón.
¿Cuál es el papel que nosotras tenemos ante esta situación? La violencia contra las mujeres avanza de manera incontrolable, sea cual sea la esfera en la que te encuentres, precisás pedir ayuda, no te quedes callada, siempre habrá alguien que pueda escucharte. No se puede naturalizar la violencia, sea psicológica, sexual, doméstica, obstétrica, y de ningún otro tipo.
¿Cuál es mi oración en este día? Que seas llena de fortaleza, del vigor y el aliento para continuar, por vos, por tus hijos, por quienes te aman; por quienes desean tu bienestar. ¡Animate a tomar decisiones, lo que te destruye hoy, no lo naturalices!. Quiero darte una razón más, fuiste una mujer pensada por Dios, para vivir la plenitud que él planeó para vos. Tal vez en más de una oportunidad, en momentos duros, de soledad, de angustia, de desesperación, de persecución, de maltratos, te habrás hecho tantas preguntas, como éstas por ejemplo: ¿Dónde está Dios cuando más lo necesito? Si Dios existe ¿Por qué no acaba con mi vida de una vez? El amor de Dios es el más puro que puedas disfrutar, solo quienes aman a través de ese amor genuino y verdadero, llegarán a amar a su prójimo como a sí mismos. ¡Ánimo mujer, sos valiosa! Pedí ayuda, no te atemorices, siempre estaremos dispuestas a ayudarte.
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