Una escuela de la Gran Comisión después de más de dos siglos

La Escuela Dominical sigue siendo, en la mayoría de las iglesias, el ministerio organizado que involucra el mayor número de personas. Sin embargo, a menudo la Escuela Dominical se ha visto reducida a la suma de las partes de su nombre, es decir, una institución de enseñanza-aprendizaje que se reúne una vez a la semana. En algunos casos, la Escuela Dominical se ha reducido a un nivel aún menor hasta sólo ser un poco más que una colección de grupos sociales homogéneos que se reúnen semanalmente para disfrutar del compañerismo.

Debido a que el énfasis en la enseñanza-aprendizaje y el compañerismo, aunque importantes, a menudo se dirige hacia los ya alcanzados, esta clase de Escuela Dominical arriesga el perder de vista su enfoque primario. Por lo tanto, las personas permanecen inconversas espiritualmente perdidas y apartadas del que tiene poder para cambiar sus vidas. En años recientes, varias iglesias hicieron experimentos con una variedad de enfoques relacionados con los grupos de estudios bíblicos, algunas veces descuidando, desmantelando y hasta abandonando la Escuela Dominical. Mientras que algunos de estos esfuerzos han dado por resultado un adelanto innovativo, la mayoría no han producido cristianos de la Gran Comisión. Como resultado, los líderes de la iglesia están redescubriendo el valor de la Escuela Dominical como el ministerio esencial para efectuar su misión.

Están descubriendo que la Escuela Dominical provee un fundamento firme desde el cual otros métodos creativos pueden desarrollarse, expandiendo el esfuerzo total de la iglesia para cumplir con la Gran Comisión. Sin embargo, si la Escuela Dominical va a ser la escuela de la Gran Comisión de la iglesia, debe primero reclamar el evangelismo como su derecho a nacer. Debe librarse de la tendencia de enfocarse a sí misma. Debe llamar a sus miembros a servir a Cristo siguiendo su ejemplo.

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Debe organizar a sus miembros para el servicio, capacitarlos para cada buena obra y movilizarlos para el ministerio. Debe llegar a preparar a cada miembro para ser un misionero en su mundo diario.

 

Bill L. Taylor Poder para cambiar vidas.

 

Cover Photo: Tajmia Loiacono / Unsplash