Cuando hablamos de “crucifixión”, relacionamos el significado de la palabra instantáneamente con una imagen muy similar a la que nos presenta la Iglesia católica, un hombre colgado en una cruz. Al pasar de los años el mundo se encargo de presentar esta historia en sus diversas formas desestimando el mensaje tranformador del mismo.
El suceso se mantiene frío e intocable hasta que llega la fecha de comer los “huevos de pascua”. Toda mente junto a sus ideologías permanecen “intactas” hasta que el corazón queda paralizado y conmovido tras ver una película por Mel Gibson. Y nos damos cuenta que existe algo que atraviesa nuestro ser, de alguna manera algo tan poderoso que mueve cada emoción, el amor en su máxima expresión y es la historia de la cruz, la historia de JESÚS. Alguien que pagó el precio para poder estar cerca del corazón de Dios. La contraparte de esto es pensar que a pesar de conocer la historia, la sigamos ignorando sin haber recibido tan grande regalo.
Al pensar en Jesús y su crucifixión veo el punto límite de donde puede llegar un acto de amor, no solo un abrazo ni tampoco una simple palabra de aliento, sino llegar al punto de hacerte vulnerable, de pasar las circunstancias que sean para que el otro entienda cuanto vale.
Cristo fue esa historia, el entendía que era algo mas que estar expuesto a una antigua forma de tortura y castigo, significaba todo el dolor y toda la vergüenza que podía llegar a pasar alguien plasmado en su persona, “se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz” (filip. 2.7-8)
Jesús no vino solo a cambiar la historia, sino el significado de la cruz para cada hombre… Que bueno es poder recordarlo una vez mas: Un acto de dolor que se transformó en un acto de amor. Una corona de espinas por una corona eterna. Tres días crucificado por una eternidad a su lado. Una cruz por un corazón.
Lali Gomez
Lali Gomez, lidera y trabaja en la Red Internacional Jesus Warriors junto a su esposo Ale Gomez, pastores de la Iglesia de la Cruz, Buenos Aires desde hace ya 18 años. Operadora en psicología social y Couch certificada, lleva adelante «Fundación Elegí Sonreír”, trabaja con personas en riesgo, marginales.
La nota de «La Cruz» fue escrita en conjunto con su hija del corazón Angie Pugliese.