Jesús en su ciudad natal, hizo esta afirmación: “No hay profeta sin honra sino en su propia tierra, y entre sus parientes, y en su casa” (Marcos 6:4)
La palabra clave es honra. Ellos no lo honraron a Él. La palabra griega para honra en “time” (pronunciada ti-mi). Cuando se refiere a alguna persona, significa que es valioso, precioso, de peso como el oro. Otras definiciones de honra son: apreciación, estima, consideración favorable, respeto. La honra puede demostrarse en actos, palabras y hasta pensamientos. Pero toda verdadera honra se origina en el corazón. Por eso Dios dice: “Porque este pueblo se acerca a mí con su boca, y con sus labios me honra, pero su corazón está lejos de mí y su temor de mí no es más que un mandamiento de hombres” Isaías 29:13
Honrar es valorar. Si valoramos a nuestros hijos, los trataremos y hablaremos con ellos de tal manera que ellos prosperen en la vida. Los hijos requieren aliento, dirección y afirmación frecuentemente. Necesitan que les digan, y que también les demuestren que son queridos, amados y valorados. Si no es así, es probable que busquen esas cosas en lugares equivocados. Los hijos e hijas buscan la aprobación primero en el hogar y luego en la sociedad.
Las palabras de un padre y de una madre tienen un gran peso en la vida de un hijo o una hija. Con frecuencia los padres se desalientan cada vez más con la conducta de su hijo, porque parece que se está deteriorando y comienza un círculo vicioso. Si no se tiene cuidado, este trato reactivo distanciará a los padres de la recompensa que Dios otorga mediante nuestros hijos.
Como padres tenemos el privilegio de liberar la bendición en la vida de nuestros hijos.
Si los hijos son valorados, ellos valorarán y respetarán a Dios y al prójimo; Dios tiene recompensas para darles a quienes los han honrado.
“ Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres, porque esto es justo.
Honra a tu padre y a tu madre, que es el primer mandamiento con promesa.”
Efesios 6:1-2
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