Hace siete años, Rober fue secuestrado debido a su fe mientras viajaba en un autobús. Él sigue perdido y la vida continúa siendo muy difícil para su esposa Jina y su hijo Apo. Aunado a la terrible incertidumbre de si Rober está vivo se suman los retos de vivir en un país acosado por el conflicto y, más recientemente, por el Covid-19.

Con las escuelas y las iglesias cerradas, las restricciones de actividades afuera y la interacción con otros, mantener a los niños entretenidos ha sido uno de muchos retos que trajo la pandemia del coronavirus. Para un sin numero de niños, el aburrimiento llegó demasiado rápido.

Lo mismo le sucedió a Apo, un niño de ocho años junto a su madre Jina (de 33 años). Debido al dolor que Apo ya ha experimentado en su vida, las restricciones que trajo el Covid-19 han sido particularmente más duras para él.

En el 2013 el papá de Apo, Rober, iba en un autobús cuando el y otro cristiano llamado Elie fueron secuestrados por extremistas debido a su fe. Elie fue liberado pocos meses después de sus padres pagaran una gran recompensa. Sin embargo, Rober, a siete años del incidente, sigue desaparecido.

“La situación no ha cambiado”, reporta Jina. “Todavía no sabemos donde está. Estuve contactando al presidente del acuerdo nacional y me dijo ‘voy a llamarte si sabemos algo’. Aún no me ha llamado”.

Tres años después de la desaparición del secuestro de su padre, Apo (el nombre común usado por los armenios para referirse a Abraham) no podía hablar, e incluso cuando pudo hacerlo, la ansiedad seguía allí. Sin embargo, el amaba ir a la iglesia de niños los viernes donde aprendió sobre Jesús’.

Tristemente, el Covid-19 trajo un fin a todas las actividades de la iglesia (incluyendo las clases de discipulado a las que asistía Jina), y dejó al pastor varado en Alemania. Jina y Apo han estado confinados a su departamento, y eso está afectando a Apo.

“Desafortunadamente, Abraham está en una situación difícil”, dice Jina. “Quedándose en casa, él extraña las actividades en la iglesia. Se aburre en casa todo el día. Él iba a la escuela y traía buenas calificaciones, y amaba ir a la iglesia y encontrarse con sus amigos y maestros allí”.

Como todos los niños, Apo rápidamente descubre que los juguetes tienen una vida de anaquel – pero para él y su madre esto solamente trae más tristeza. “A menudo, él se aburre con sus juguetes viejos y me pide que le compre nuevos”, explica Jina. “Siempre le digo que no puedo, y me pone triste el hecho de no poder comprarle un juguete nuevo a mi hijo debido a que son muy caros”.

En una nota positiva, el aburrimiento ha significado que Jina y Apo han podido usar el tiempo libre [para orar y leer la Biblia juntos]. “Cada día nos reunimos para orar, para mantener nuestra fe fuerte y nos sentimos mejor y mas seguros cada vez que oramos”, dice Jina.

Los juguetes y el aburrimiento no son las únicas cuestiones urgentes para Jina causadas por la pandemia. “Estoy viviendo con la ayuda de Dios”, añade ella. “No estoy trabajando – nadie trabaja en estos días. Estamos tan afectados por el Coronavirus. Todo es más caro. Los mercados están tomando ventaja de la situación y han incrementado el costo de los artículos básicos. Recibo paquetes de comida del Centro Good Sheperd [Centro de Esperanza] y eso es lo que nos mantiene vivos”.

Ella continúa explicando, “Nadie nos está ayudando mas que la iglesia. Incluso mi madre apenas vive del salario de retiro de mi difunto padre. Mi suegro trabaja reparando zapatos – un día tiene trabajo y los otros 10 días se sienta sin nada que hacer. Mi cuñado tiene dos trabajos y apenas puede mantener a su familia”.

Un Centro de Esperanza (Centre of Hope) es un lugar donde los socios de Puertas Abiertas pueden servir a los sirios en su punto de necesidad – ya sea cuidado medico o cuidado de trauma, alimentos, combustible, micro préstamos o estudio Bíblico. Por lo menos 23 centros han sido establecidos en Siria, incluyendo el Centro Good Sheperd donde Jina ha recibido ayuda.

Y todo esto se suma a la terrible incertidumbre de no saber que le paso a su esposo – un hombre firme en su fe en Jesús. Después de su liberación, Elie le dijo a Jina que los dos habían sido golpeados con cadenas y mangueras, y él se preguntaba si Rober sobreviviría. Él añadió, “Le dijeron a Rober una y otra vez que se convirtiera al islam. Pero Rober se rehusó y dijo, ‘tengo mi Dios y eso es todo’”.

Jina no ha perdido la esperanza de reunirse con su esposo, el año pasado ella dijo en un comentario, “Mi fe en Dios es muy grande. Yo le digo: Oh Dios como tu quieras, que se haga Tu voluntad; O Dios, solo te pido que regreses a mi esposo sano y salvo”.

 

Fuente: Open Doors UK

Photo: Open Doors UK