Muchas iglesias evangélicas en su preocupación por atender a los excluidos del sistema, han diseñado aun dentro de las necesidades propias de cada una de ellas ayudas al necesitado.
Jesucristo ya lo dijo: Pues a los pobres siempre los tendrán entre ustedes. Esto responde que este problema lo tendremos siempre sin una solución definitiva. Por eso debemos saber que como hijos de Dios estamos desafiados a responder con acciones de amor por aquellos desposeídos, porque como dice el Proverbio: A Jehová presta el que da al pobre, Y el bien que ha hecho, se lo volverá a pagar.
En estos días con la pequeña que mantuvo a todo el país en estado de alerta y preocupación, puso en relieve lo que sabíamos pero por las mil noticias y realidades que diariamente nos bombardea no lo teníamos como prioridad. Un alto numero de niños viven en la calle, sin tener muchas veces un techo y una comida caliente ni una frazada.
Nuestra tarea de solidaridad no tendrá nunca fin, por eso debemos alentarnos a no bajar los brazos. Estos días hemos escuchados mil escusas para dejar de ser buenos samaritanos, como que es cosa perdida ayudar a quienes según esos consejos no se lo merecen. Pero si Jesús hubiera desistido en nuestra búsqueda hay estaríamos perdidos, Pero su mano no se ha acortado.
Las historia se repiten una y otra vez, cambian las caras o los nombres pero el argumento sigue siendo el mismo, gente en la calle sin las necesidades cubiertas y la posibilidad de volver a poner en práctica el sermón del domingo o la historia bíblica que nos relataron en nuestra niñez. Que el viento del Espíritu Santo nos lleve a la página de la Bíblia dice: Pues el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto?