Jesucristo tenía un gran interés en llegar a una persona cuando estaba en el proceso de formarse como tal, de allí que se enojó cuando vio a sus colaboradores cerrar el paso a las madres que venían con sus criaturas para ser bendecidos y se lo impedían.

Recibir la bendición de Dios en los primeros años de vida tiene un valor incalculable, muchas veces queremos transformar un país con adultos que ya tienen su opinión formada y hasta deformada, pero en una pequeña vida podemos aportar toda la sabiduría que luego ese ser pondrá en práctica el resto de su existencia. Mucho se ahorraría invertir hoy en los ciudadanos del futuro bendiciéndolos con el conocimiento de las verdades Bíblicas.

La historia tiene muchos ejemplos de pequeños que fueron alcanzados a tiempo para hacer de ellos los valiosos hombre o mujeres que los encontramos años posteriores. Hoy estamos luchando con adultos que no van a dar brazos a torcer por más verdades que queramos impartir, ya pasó su tiempo de aprendizaje y difícil es que deseen ser modificados.

Cuando Jesús tomaba a los niños que traían para que él los bendijera, él impartía sobre ellos en ese momento un regalo divino, pero también entendía que había una madre que decidió esforzarse frente a personas mayores que no le daban importancia a esta bendición y pese a eso se atrevían a pasar el mal momento de ser rechazadas.

Las iglesias cristianas evangélicas vienen haciendo un trabajo extraordinario en forma global, ocupando su tiempo en asistir e instruir con enseñanza bíblica a los más pequeños, porque saben que la transformación de una sociedad se construye desde sus cimientos y con los principios del Gran Maestro, nuestro Señor Jesucristo.

Ya sabemos que no tenemos que impedir que los niños sean bendecidos, ahora nos toca la manera de como ser parte de guiarlos hasta Jesús para que él los tome en sus manos, los moldee y los bendiga.