Lo que más impactó en Struecker ocurrió a la mañana siguiente, era octubre, y estaba de vuelta en la base cuando sus compañeros uno por uno le preguntaron acerca de la muerte y el más allá.
Durante una de las misiones de captura resuelta por la ONU de Mohamed Farrah Aidid, líder somalí, Struecker perdió a uno de sus hombres, pero no estaba dispuesto a dejarlo ir tan fácilmente. Struecker encabezó una columna de Humvees para rescatar a su compañero cuando toda la ciudad somalí estalló con armas de fuego.
«Nos estaban disparando desde unas 100 direcciones diferentes, había granadas propulsadas por cohetes y armas automáticas AK-47“, cuenta Struecker. La columna de humvees lograron escapar y regresar a la base. El ranger agradeció a Dios por salir con vida de esa emboscada, » Dios, no puedo creer que haya sobrevivido a esto», dijo.
En ese momento, el jefe del pelotón le informó a Struecker que el helicóptero «Halcón Negro» había sido derribado, y debían rescatar al piloto.
Mientras Struecker preparaba su humvee, experimentó convulsiones de miedo como nunca antes lo había sentido. «Yo estaba completamente seguro que iba a morir», dijo. «Cada fibra de mi ser decía: No, Jeff, no hagas esto. Es una locura. Es un suicidio. Irás a que te maten si vuelves a ahí.»
Pero entonces recordó que era un Ranger, cuyo credo es nunca dejar a un compañero caído en manos del enemigo. Como cristiano, comenzó a orar. «Dios estoy en un gran problema en este momento, y necesito tu ayuda porque estoy seguro de que voy a morir esta noche.» El Señor trajo a su mente un devocional de la Biblia que había leído hace poco acerca de Jesús en el Huerto de Getsemaní. Allí, Jesús dijo: «No se haga mi voluntad, sino la tuya.» Me di cuenta esa mañana que si me voy a casa con mi familia en Georgia o a la casa de mi Padre en el cielo, no puedo perder a gracias a mi Salvador Jesucristo, y tuve paz.” declaró el ranger.
Struecker condujo de nuevo en la vorágine, esquivando neumáticos en llamas y evadiendo emboscadas a cada paso. Hombres armados abrieron fuego contra él con fusiles AK-47 a quemarropa, pero milagrosamente nadie en su vehículo resultó herido. Así continuó para rescatar al resto de su fuerza de asalto.
«Antes de esa noche, pensé que podría transformar el mundo a través de la destreza militar y el poder nacional», dijo Struecker. «Pero me di cuenta de algo en Mogadiscio, Somalia: Sólo hay una fuerza lo suficientemente grande como para transformar el mundo, y es el Espíritu Santo de Dios vivo a través de su Hijo Jesucristo.»
La carrera de Struecker con su entrenamiento Ranger intensivo cambió por completo al ver la oportunidad de impactar las vidas de tantos hombres. Struecker se convirtió en un capellán para sus mismos compañeros de la división, cargo que ha mantenido por más de una década con el respaldo de Dios.