El Ministerio Christian Aid Mission informó, a través de un comunicado, que el grupo terrorista ISIS ejecutó a 12 misioneros indígenas en una villa, ubicada en las afueras de la ciudad de Alepo, en Siria.
El Director del Ministerio, que entrenó a los misioneros asesinados, días pasados les había suplicado a todos que huyeran del pueblo a medida que ISIS y otros grupos rebeldes regresaban a Alepo. Sin embargo, los mártires «optaron por quedarse con el fin de proporcionar ayuda a los sobrevivientes, en el nombre de Cristo».
Muy acongojado por la terrible tragedia que el Director del Ministerio vivió en primera persona, relató: «Yo les pedí que se fueran, pero les di la libertad de elegir”. Aunque, enfatizó: «Como su líder tendría que haber insistido en que se fueran”. En otro párrafo del triste relato, expresó: “Se quedaron porque creían que estaban llamados a compartir a Cristo con los que están atrapados en el fuego cruzado. Cada vez que hablábamos con ellos, siempre decían: ‘Queremos quedarnos aquí. Esto es lo que Dios nos ha dicho que hagamos y es lo que queremos hacer”. En el final, el Director añadió: “Sólo querían quedarse y compartir el Evangelio”.
Los terroristas ISIS, luego de capturar a los creyentes, les preguntaron si habían renunciado al Islam por el cristianismo, a lo que ellos respondieron que sí. De inmediato, los rebeldes les preguntaron si querían retornar al Islam; los misioneros respondieron que nunca renunciarían a Cristo. Esta decisión les costó la vida…
Sin piedad, los extremistas islámicos del grupo terrorista ISIS, frente a los líderes del equipo y a los familiares, cortaron las puntas de los dedos del niño y lo golpearon severamente, al mismo tiempo que le dijeron a su padre que dejarían de torturarlo sólo si él se convertía al Islam. Cuando el padre del menor se rehusó a renunciar a su fe cristiana, también fue golpeado junto con otros dos misioneros, quienes, posteriormente, fueron crucificados.
Ante la crueldad desplegada por el grupo extremista, el líder del Ministerio explicó: «Todos fueron golpeados brutalmente y luego crucificados. Ellos quedaron colgados en sus cruces durante dos días, porque no se le permitió que alguien pudiera quitarlos».
En otro lugar, otros ocho misioneros -incluidas dos mujeres- fueron sometidos a un interrogatorio similar. Frente a una multitud, ellos dijeron: «Sólo estábamos compartiendo la paz y el amor de Cristo». En represalia, los militantes violaron a las mujeres en público, quienes oraban durante la agresión. Antes de ser todos decapitados, las dos mujeres y los seis hombres, se arrodillaron para orar.
En Siria, los cristianos están en constante peligro por su fe cristiana y muchos de ellos han decidido abandonar el país. En el 2003 vivían en Siria, al menos 1.5 millones de cristianos, mientras que en la actualidad, se estima que la cifra es de 200.000, según la información proporcionada por el Gospel Herald.