Según Puertas Abiertas, Nalaka pasó cerca de ocho años siendo esclavo de las drogas, fue internado en cinco centros de rehabilitación, pero de nada sirvieron. Su familia buscó ayuda en la santería. “Mi familia hacía rituales espiritistas, lanzaban hechizos sobre las drogas», recuerda Nalaka. Pero no había cambio en él.

Cada vez que la policía local lo encontraba, era golpeado hasta quedar inconsciente, lo marginaban por la condición en la que estaba. Los hechizos y las prácticas budistas no funcionaron, todo fue en vano hasta que Jesucristo llegó a su vida. Después de buscar ayuda por todas partes, Nalaka encontró a Jesús.

“Cuando experimenté el amor de Jesucristo, mi odio hacia la sociedad se fue. Mi vida fue transformada por Jesús, Él cambió todo en mí”, dice Nalaka, quien decidió entregar su vida a Cristo, sirviendo a las personas que luchan por salir de las drogas, afirmando que necesitan del amor de Dios.

Hoy tiene 40 años y dedica su vida a llevar el evangelio a los drogadictos. “Jesús ha puesto en mí un gran amor por ellos. Sé que si experimentan el amor de Jesucristo en sus vidas, podrán cambiar completamente”, concluye. ¡Dios bendiga su noble labor!

*Imagenes referenciales.