Tal es el caso de Prasad, que es un dalit, o como se les conoce en la región “intocable”. El ha desafiado a sus antecedentes, y plantó una iglesia en una ciudad importante en el sur de la India hace 20 años. Hoy supervisa más de 100 iglesias en su región, y ofrece alimentos a 1.500 niños pobres diariamente en los 20 centros de alimentación donde el evangelio se sirve junto con arroz y verduras.

Otro pastor joven llamado David, que fue entrenado por Prasad, recientemente se mudó a una comunidad en las afueras de una gran ciudad de la India. Él y su esposa están compartiendo a Cristo con los niños y los adultos. Tanto musulmanes como hindúes se están convirtiendo al evangelio debido a la valentía de un hombre que fue calificado en el sistemas de linaje indígena como un “indeseable”.

La etiqueta cruel “intocable” fue fijado en Prasad, David y otros Dalit desde pequeños. El hinduismo enseña que los dalits son una raza que merecen estar en el fondo de la escala espiritual de valor humano, es decir son indeseables. Los dalit siguen sufriendo horriblemente a través del estigma social, la negación de la educación, el acoso y la discriminación en la vivienda y el empleo.

Sin embargo, a pesar de la continua opresión, los dalit son la razón fundamental de que el evangelio se está extendiendo a gran velocidad en la India actualmente. La misma gente que se les dijo que no eran lo suficientemente dignos de entrar en un templo hindú están encontrando que Jesucristo tocó leprosos, pecadores y otros “intocables” de su época y los invitó a cenar en su mesa.

Una intensa guerra espiritual hace estragos en la India, asi como los actos de violencia; pero ello no detiene a los creyentes dalit. Un milagro masivo se desarrolla en el país, una nación que fue manipulada para favorecer a los ricos, literalmente, se está volviendo al revés porque los “intocables” pobres han sido tocados por Cristo.