En Kuntluru, un pueblo de las afueras de Hyderabad en India, Nirmala, una fiel cristiana, regresaba de la casa de oración, encontrándose en el camino con Kalavathi, otra mujer cristiana, con la cual intercambió un saludo cristiano, “¡Alabado sea el Señor!”.
Este saludo fue escuchado por algunos jóvenes radicales hindúes, que de inmediato comenzaron a agredir verbalmente a las mujeres cristianas sin que estas pudieran defenderse por los insultos continuos. Sin embargo ellas lograron escapar y refugiarse en sus hogares.
No contentos, los agresores rodearon por la mañana sus hogares con carteles anti-cristianos, destruyeron las donaciones de biblias y todo cuanto encontrasen a su alrededor, obligándolas a negar su fe.
Al enterarse de lo ocurrido, familias cristianas se levantaron en una protesta y presentaron una denuncia a la policía, donde arrestaron a ocho representantes hindúes. Esta noticia fue dada a conocer a la International Christian Concern (ICC) que determinó ayudar a todos los creyentes.