Un corazón se rompe tan naturalmente como ama. Y atravesando Antakya, Turquía, se desmorona como los edificios que hay en el camino.

Esta ciudad que alguna vez fue bulliciosa donde 40,000 personas tenían hogar es ahora una ciudad post apocalíptica. Las estructuras que no fueron reducidas a escombros por el terremoto en febrero ahora están inclinadas, estrelladas o ambas. Mas de 300.000 personas se volvieron sin techo en menos de dos minutos, muchos dejando la ciudad.

Seis voluntarios de la Texas Baptist Men con sede en Dallas llegaron a este paisaje devastado para construir casas simples para las familias que perdieron la suya en el terremoto. Las estructuras de metal les dieron a los turcos lugares seguros donde vivir por los próximos años, empoderándolos a salir de las estructuras estrelladas o de las débiles tiendas donde estaban.

Estos refugios semi cilíndricos están siendo construidos en un lugar que se siente como la escena de una película. Es difícil conseguir electricidad; el agua es mucho más difícil de obtener. Ni siquiera te atrevas a preguntar por el drenaje.

Personas – comúnmente niños – buscan chatarra entre los escombros para venderla o rehusarla. Pequeñas tiendas de emergencia poblan la ciudad, dándole a las familias una pequeña fuente de protección. Largas líneas de personas se forman a diario para las distribuciones de comida y agua, así como para los cheques de apoyo del gobierno.

¿Dónde empiezas con los esfuerzos de apoyo en una situación como esta? Un equipo de TBM comenzó con lo básico.

“Históricamente, los cristianos fueron llamados cristianos por primera vez en Antioquia”, dijo el líder Robert Watson. “Fueron llamados así porque eran ‘pequeños cristos’. Vivian bajo las enseñanzas de Jesús. Eso es lo que queremos hace aquí”.

Trabajando junto a un socio local del país, voluntarios de TBM pelearon los problemas en la cadena de suministros y utilizaron el método de prueba y error para diseñar una plantilla para la situación de vivienda en este lugar. El quipo delineó u sistema donde por medio de hogares semi cilíndricos, que miden 3 metros por 9 metros, puedan ser fabricados e instalados por futuros voluntarios.

TBM ha provisto fondos para 20 casas en la ciudad después de enviar 10,000 mantas a la región e instalar 10 sistemas comunitarios de agua inmediatamente después del terremoto. Eso no puede suplir la necesidad de todos aquí. Ningún equipo u organización podría hacerlo. Pero el equipo TBM buscó hacer lo que podía.

“Estamos tratando de hacer un impacto en los hogares individuales y las familias”, dijo Mike Gilbert un miembro del equipo. “Esperamos que hará una diferencia para las familias, y que sepan que Dios los ama”.

Los turcos con certeza aprecian el trabajo del equipo. Ellos ayudaron en lo que pudieron. Limpiaron los lotes para las casas y donde fue posible también trabajaron con el equipo de texanos. Incluso los niños felizmente apoyaron sosteniendo herramientas y enterrar las estacas.

Usando gestos con las manos y Google Translate, los miembros del equipo pudieron comunicarse y conectarse con aquellos a quienes servían. En muchos casos, los turcos querían saber todo lo que pudieran sobre las personas que viajaron alrededor del mundo para ayudarlos.

Después de construir las casas, los equipos le dieron filtros de agua y cajas de comida a algunas familias. Las conversaciones llevaron a las oportunidades de alentar a las personas y orar con ellos.

“Ellos están tan interesados en nosotros como nosotros en ellos”, dijo Chris Roberts un miembro del equipo. “Ellos quieren saber de donde venimos, y la razón por la cual hacemos esto”.

El equipo fue afectado particularmente al servir a una mujer en una silla de ruedas. Después del terremoto, ella no pudo regresar a su departamento en la parte de arriba y vivió en un área improvisada en un comedor agrietado. Tan pronto como llegó el equipo, ella salió a recibir a aquellos quienes la ayudaban. Ella visitó a la mayoría del equipo y expresó su gratitud. Ella incluso quería una foto del recuerdo con el equipo.

En otro hogar, Amen de 8 años se unió al equipo para construir su hogar en la lluvia. Ver su emoción y energía los estimuló en la tarea.

“Ese es nuestro trabajo”, dijo Joe Fuller un miembro del equipo. “Jesús nos dijo que lo que hagamos por los pequeños es lo que hacemos por Él. Hasta donde yo entiendo, estamos construyendo estos hogares para Jesús y Sus hijos”.

Abrazos y lagrimas fluyeron cuando se terminaba cada hogar. Las familias comúnmente les ofrecían café, tea e incluso pequeñas golosinas de sus pequeños suministros.

“Estaban emocionados”, dijo Roberts. “Estaban abrumados. Fue un honor para mi poder ayudar a darles un lugar donde descansar su cabeza y donde puedan refugiarse del clima”.

La experiencia transformó al equipo, así como a los turcos. En vez de ver a Turquía simplemente en términos de puntos de vista políticos y religiosos, ellos conocieron a los turcos en persona y encontraron fácil de identificar lo que tienen en común. Los niños quieren jugar. Los padres quieren proveer para sus hijos. Ellos quieren lo que es mejor para sus familias y su comunidad.

“Estos chicos son como tu y como yo quienes necesitamos ayuda”, dijo Roberts. “Estoy feliz de poder ver el lado humano de este asunto. Son solo personas como nosotros. Podemos ayudarlos”.

Con Amen sobre sus hombros, R.L. Barnard, un miembro del equipo, no pudo evitar sonreír mientras el chico hondeaba una bandera turca. El camino a la recuperación es largo. Pero para las familias a las cuales ayudaron estos texanos, ya ha comenzado.

“Tengo un punto muy suave en mi corazón para las personas”, dijo Barnard. “Y siempre lo tendré”.