Viktor y su esposa nos recibieron en su casa para té y postres deliciosos típicos de Asia Central. A medida que llegamos a conocernos uno a otro, Viktor compartió sobre lo que era antes su trabajo:

“Era conductor de taxi. Supe que Dios me había llamado para esta profesión, de forma que pudiese difundir el Evangelio, aunque esto es muy peligroso en Asia Central”.

Viktor tenía que ser audaz y astuto. Si le atrapaban, podría perder su trabajo. Evangelizar es muy difícil en los países de Asia Central, donde la mayoría de la población la forman musulmanes.

“Me gustaba tener siempre sermones o alabanzas puestas mientras conducía. A veces las personas querían preguntarme acerca de ello y así compartía mi fe con ellos. Otras veces, las personas me gritaban que lo apagase. Un hombre hasta lo contó a mi jefe.”

El jefe de Viktor le dijo que si era sorprendido otra vez podría perder su trabajo. Así que Viktor tuvo que pensar en otras formas.

“Primero hablaba con las personas para observar cuán receptivos iban a estar. Si sentía que estaba a salvo y que el Señor me estaba guiando, compartiría mi fe.”

Esto funcionó por un tiempo, pero una noche todo cambió.

“Una noche estaba llevando a un grupo de jóvenes. Parecía que todo podía ir bien para poner un sermón, pero pronto aprendí que no era así. Cuando el vehículo se detuvo, me dieron una paliza. La paliza fue tal que necesité cirugía”.

Como resultado de las lesiones, Viktor quedó incapacitado para trabajar como conductor de taxi. No sabía cómo iba a sostener a su familia. Cuando Puertas Abiertas escuchó de su situación, pudimos proveerle de un microcrédito para empezar su propio negocio.

“Con este préstamo pude empezar mi propio negocio de codornices. Crío codornices y vendo los huevos para ayudar a proveer para mi familia. Estoy muy agradecido por esta oportunidad”.

Cuando das a Puertas Abiertas, estás dando a cristianos como Viktor, cristianos que están arriesgando todo por llevar el Evangelio, ¡incluso a sus perseguidores!