El tráfico humano es una crisis global: asechando a millones de víctimas en su momento de necesidad. Pero en las Filipinas, un grupo ha lanzado una campaña para rescatar a niños vulnerables.
Para muchos niños, ir a un campamento de verano es una oportunidad para jugar. Pero unos niños filipinos aprenden diferentes técnicas de supervivencia para evitar ser víctimas del tráfico humano.
Los pequeños tienen menos probabilidades de ser traficados pues allí aprenden sobre las mentiras de un traficante y cuán valiosos son, para poder tomar buenas decisiones. Aprenden medidas de seguridad para protegerse.
El campamento es patrocinado por Global Impact, un grupo que lucha contra el tráfico humano. Allí los niños aprenden sobre los peligros por medio de juegos.
Ahora, Sandara de 10 años sabe cómo protegerse.
“No debo aceptar dulces de extraños porque usan eso para hacerme pedir en las calles. Obedeceré a mis padres cuando me dicen que no le abra la puerta a extraños y cuando me agarren, debo gritar y reportarlos a la policía”, dice Sandara Antoque, una participante.
Sheryl no conocía sobre éstas cosas. Ella tenía 11 años y su hermana 8 cuando su tía las envió a vivir como empleadas para un jefe que prometió enviarlas a la escuela.
“No teníamos salario porque íbamos a recibir educación gratuita. Pasaron los años y no pudimos asistir a la escuela”, indica Sheryl.
Ambas siguieron trabajando, pero al cuarto año huyeron cuando el hijo del jefe empezó a abusar de ellas físicamente.
“Cuando se enojaba, me pegaba en las piernas con un pedazo de madera”, expresa Sheryl.
Sin saberlo, Sheryl y su hermana eran víctimas de trabajo infantil, una forma de tráfico humano.
“Los niños son forzados a trabajar por horas en condiciones horribles. Y no se cumplen sus derechos”, asevera Amy Muranko-Gahan, fundadora de Global Impact.
Sheryl y su hermana encontraron una familia cristiana para cuidarlas. Ella está muy agradecida porque así ellas conocieron a Cristo y cómo él las salvó.
“Ahora conozco al verdadero Dios, quien se preocupa por mí y mi hermana. Estoy agradecida con la gente que nos abrió su hogar y feliz porque estamos en la escuela. Puedo cumplir mi sueño de ser trabajadora social y ayudar a niños como yo, separados de sus familias”, relata Sheryl.
Global Impact sigue concientizando sobre el tráfico humano. Incluso creó una aplicación, llamada “Freedom Philippines”, para que personas en diferentes partes del mundo puedan reportar sospechas de tráfico. La aplicación es gratuita y permite subir información para el análisis de las autoridades.
Gahan motiva a todos, en especial a la iglesia, a luchar contra este mal.
“Cada vez que hay una injusticia, en especial contra niños, como cuerpo de Cristo debemos hacer algo. Somos quienes recibimos libertad en Cristo y tenemos el amor de Dios en nuestros corazones. Es nuestra labor ser voz para los que no hablan y traerles el amor de Cristo. Nos movemos en Su amor y compasión para alcanzarlos y ser de impacto en este mundo”, dice Amy Muranko-Gahan.